Este tiempo donde se inician los fríos, resultan una ocasión ideal para disfrutar del maridaje entre vinos y chocolates. Es que si bien puede haber una idea de que el chocolate está asociado a una celebración puntual, su consumo se ha masificado a un punto que seguramente en todos los hogares hay una barra en la alacena. Y confirmando otra vez que es el mejor compañero que puede existir para cualquier alimento, vinos como el Malbec aparecen allí como el complemento ideal para gozar de la textura, aroma y sabor de los chocolates y sus tantas opciones.
Otro maridaje deseado lo logra el tinto Sauvignon Blanc, que complementa a este producto tan elegido por quienes quieren darle a una jornada cargada de trabajo, un cierre ideal. Es la dulzura distintiva de esta bebida afrutada y compuesta por mucha presencia de taninos la que se complementa con la pregnancia que el gusto del cacao le da a nuestras papilas, tan invasivo y penetrante.
La dulzura que le garantiza su contenido frutal permite llegar al equilibrio en el sabor que, caso contrario, podría impactar con el chocolate de leche o peor aún, con el tipo amargo.
Sin dudas, tampoco puede obviarse el tono de color oscuro azulado del Merlot, imponente por la asociación con las uvas, que halla una combinación amena con la oscuridad no invasiva del chocolate similar al Malbec. Lo mismo, al considerar esa personalidad aromática que reúne este tipo de vino que hemos escogido para el maridaje con el chocolate clásico.
Por otro lado, no podemos hablar de chocolates y excluir al otro integrante de la grieta histórica de este producto. Nos referimos al chocolate blanco, que tanto por su color, su aroma y su componente, con influencia directa de la manteca, requieren otro tipo de vinos para su complemento ideal.
Por eso es que tomamos al Chardonnay, como un ejemplo de vino blanco suave que pueda convivir con el gusto sabroso y mantecoso del chocolate blanco, sin perderlo. Para esta decisión, nos basamos en un elemento clave: no sería sencillo el maridaje de este tipo de chocolate con un vino muy dulce, porque no tendría el efecto de oposición de sabores.
Así, viramos hacia los modelos más bien secos y sobretodo frutales, y suaves, que logren no empalagar y tampoco hacernos perder del tan deseado y distintivo sabor del chocolate blanco. Desde estas uvas verdáceas que le dan su color, y la frescura al beberlo bien frío, se logra al consumir el vino el descanso necesario entre cada pieza de chocolate que se quiere comer.
Con estas combinaciones, estamos listos para pasar una óptima oportunidad para disfrutar del maridaje ideal para saciar nuestro apetitito y mucho más aún, nuestro deseo y satisfacción.