Siempre dispuesta a decir lo que piensa. De esta manera es como se muestra nada más y nada menos que Cristina Pérez, una de las periodistas más importantes de la radio y la televisión argentina. Esta vez, fue noticia por lo que expresó en Cristina Sin Vueltas, su programa de Radio Rivadavia.
Allí, analizó lo que está pasando en nuestro país. «No es fácil en un comentario editorial llegar a las tramas más profundas del cambio que transita el país y el mundo. El día a día tiene una fuerza centrífuga tal en Argentina que parece difícil escaparse del presente, de la coyuntura pura y dura, que va del valor del dólar a las angustias por la desaparición de una criatura en Corrientes. Todo tiene el pulso del minuto a minuto, ni siquiera del hora a hora», comenzó diciendo.
«Pero si uno intenta alejarse, incluso de los bramidos que el debate estridente de Argentina ofrece, se puede encontrar trazos gruesos interesantes. Cuando hablo de bramidos, usando un sonido animal, como es el que emite un toro, pero también una voz que en el repertorio humano se usa para la furia, lo que quiero decir es que aún nos habita el enojo. No sólo el enojo que encarna el propio presidente. Hoy hay muchos enojados en Argentina. Y cuando el enojo se pone por delante del análisis, al análisis lo reemplaza la emocionalidad. El enojo ha sido un buen método político para una Argentina traumada por sus frustraciones. En eso conecta perfectamente Javier Milei con parte de su electorado, pero sería equivocado pensar que sólo están ahí por el enojo», comentó Cristina Pérez.
Sin rodeos, la comunicadora fue por más. «Hay una madurez que devino de reconocer que el camino de una economía sobrecalentada a toda velocidad sólo podía terminar como el auto de un borracho, chocando contra un árbol. Entonces nos metimos todos en un grupo de autoayuda para la adicción a la inflación y la terapia es rigurosa porque sino el adicto recae. Es en este contexto que se dan distintos debates en forma paralela en nuestro país: ¿cuánta obra pública debe haber?», preguntó.
«¿Cuánta asistencia del estado debe haber en las villas o barrios carenciados y cómo debe llegar el dinero? ¿Cuántas empresas públicas deben privatizarse? ¿cómo debe ser la educación pública? ¿qué impuestos deben continuar y cuales levantarse? Podemos sintetizar el proceso de la siguiente manera. Si con la elección de Javier Milei, Argentina saldó la discusión sobre su sistema económico, ahora la discusión es sobre cómo debe ser el estado», lanzó la periodista.
«Venimos de un régimen como el kirchnerista que promovió un modelo de intervención y control del estado sobre la economía a un intento por volver al capitalismo. Pero la salida está cubierta por una gran telaraña, llamada cepo y hay una gran fuerza inercial de todos los sectores donde era el estado el que les generaba la actividad. Un estado que terminó siendo ineficiente, corrupto y obsoleto pero que para esos sectores que hoy lo reclaman era el principal sustento», arremetió la comunciadora.
«La reconversión en ciernes requiere una transición en la que el país pueda volver a generar riqueza y esté en condiciones de reconvertir sus recursos humanos para que la fuerza laboral pueda migrar a los nuevos sectores y a la economía del futuro. En el camino está la suerte de 46 millones de personas. El desafío es gigante pero apenas vamos por el intento de reordenar la economía. Por estas horas hay quienes se esfuerzan por demostrar que Milei no es liberal, sino más bien un ultra conservador. Probablemente Milei combina las dos cosas: es un liberal en lo económico, conservador en lo social y agregaría un optimista tecnológico. Pero su verdadero perfil sólo podrá verse cuando pase la actual etapa de reordenamiento de la economía y pueda instrumentar cambios reales en un contexto realista con los límites que imponen las instituciones», sentenció Cristina Pérez.