(Por Carolina Mena Saravia para El Intransigente).- El ciprés es el árbol insignia de la Toscana. Tan pronto lo veamos de frente como si lo divisáramos a la distancia, su elegancia longilínea sobresale. Así se llega a Bolgheri, un pueblito medieval, que acuna la denominación supertoscanos y el vino insignia Sassicaia.
Atravesando una angosta avenida de cipreses, en lontananza, en línea recta se dibujan las murallas medievales de Bolgheri. La torre de la entrada nos da la bienvenida con su arco de piedra, para finalmente encontrarnos inmersos en plena Edad Media.
No importa la estación del año en que la visitemos, ya sea durante el cálido verano italiano o durante el ventoso frío invernal, este diminuto pueblo recibe al visitante con esa hospitalidad inhóspita tan característica, la intimidad de una villa quieta, el verdadero Bolgheri invernal, con poco turismo, pleno de sabores peinados por la brisa marítima del mar Tirreno.
Nobleza y vino son dos palabras que van como anillo al dedo a Bolgheri. La primera porque sus orígenes están ligados a antiguas familias, entre las que se incluye la dinastía Della Gherardesca, que construyó la torre, las murallas y el castillo del pueblo, en torno de los cuales giraba la vida cotidiana en las labores del campo.
Uno de sus miembros, el conde Ugolino della Gherardesca fue nombrado por Dante Alighieri en su Divina Comedia. Lo situó en el último círculo del Infierno, habitado por los traidores, y en él, el conde Ugolino relata a Dante la forma en que los prisioneros perecieron víctimas del hambre, quedando para siempre sospechado de ser él mismo quien hubiera ingerido los cuerpos de sus propios hijos. Algunos críticos sostienen que se trata de una de las escenas más desgarradoras de la Comedia.
La oportunidad vence las adversidades
La tradición vitivinícola también está estrechamente ligada a la familia Della Gherardesca, cuando un visionario descendiente, el marqués Mario Inchisa della Rocchetta, allá por 1940 plantó variedades francesas en la finca Tenuta San Guido. Y a partir de allí, la historia dio vida a uno de los supertoscanos más prestigiosos de la región. Fue todo un desafío, ya que en esos tiempos la uva estrella era la variedad sangiovese, la que da vida al vino chianti, característico de la Toscana.
Tal como dice el refrán: “El que no arriesga, no gana”, el marqués echó a andar la maquinaria del tiempo, convencido de que esas variedades francesas, como cabernet sauvignon y merlot, tendrían en el suelo y el aire tirrénico de Bolgheri tierra fértil para dar a luz famosos vinos, que pronto tuvieron el reconocimiento mundial que merecían.
Así nace el vino Sassicaia en el año 1967. El blend que unió la Toscana con Burdeos rápidamente adquirió fama mundial, apoyado por las tecnologías de vanguardia que el marqués incorporó a la producción. La denominación “supertoscano” surgió porque el estricto sistema de denominación toscano no permitía que los vinos elaborados con uva sangiovese e incorporación de cepas francesas pudieran llevar la denominación de origen chianti, aunque nunca tuvieron dudas de su calidad.
“Vino da tabola”, jamás
“Vino de mesa”, jamás. Ese fue el lema que parecen haber hecho suyo los productores de Bolgheri, por cuanto, ante la negativa de que pudieran ser reconocidos como verdaderos vinos chianti, y ante la inminencia de tener que recurrir a esta etiqueta genérica, encontraron en la denominación “supertoscano” una salida audaz e ingeniosa.
No solo fue la incorporación de las cepas francesas, también fue el desafío de probar nuevas técnicas lo que elevó la calidad de los vinos, donde a la cabeza se establecieron el Sassicaia y el Tignanello, de gran reconocimiento mundial.
Estos atrevidos supertoscanos, que por un tiempo tuvieron que cargar con la denominación “vino da tabola” muy a su pesar, tienen gran potencial de guarda, elegantes y con una personalidad muy bien arraigada en su ADN, quizá por la fortaleza de la variedad sangiovese atomizada por una buena dosis de cabernet sauvignon, merlot, cabernet franc y petit verdot, excelente variedad de corte.
Fue en el año 1992 cuando adquirieron la denominación IGT (Indicación Geográfica Típica). Para ese entonces su fama se había extendido mundialmente de la mano de altas calificaciones otorgadas por los críticos más reconocidos del momento, como Robert M. Parker Jr., lo que les permitió un reconocimiento a la calidad, más allá de las características impuestas a las etiquetas DOC y DOCG (Denominación de Origen Controlada y Denominación de Origen Controlada y Garantizada), donde estaban incluídos el Sassicaia, de la bodega Tenuta San Guido; Ornellaia y Masseto, de bodega Tenuta dell’ Ornellaia; Tignagnello, Solaia y Guado al Taso de bodega Antinori; La Pergole Torte, de Montevertine; Luce, de Frescobaldi y Mondavi, y Redigraffi, de Tua Rita.
El largo romance de Bolgheri con las letras
Giosuè Carducci, el poeta que obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1906, guarda un intenso amor por Bolgheri, que se plasmó en sus versos. Pasó su niñez en este pueblo medieval, pues su abuelo materno, el conde Francesco Gherardesca, era propietario de una finca allí.
Sus versos hoy, más de cien años después, dejan ver sus recuerdos y la intensidad de los sentimientos, inmortalizados en el poema “Davanti San Guido”, ‘Frente a San Guido’, describiendo sus sentimientos de regreso a la villa.
Los cipreses que presiden la entrada a Bolgheri fueron para Carducci los “gigantes jóvenes en carrera” que saltaron hacia él y lo miraron. Hoy también lo hace su abuela Marianna, que saluda a los visitantes en la escultura que la recuerda en la plaza del Pueblo, centro medieval de la comarca.
Un pueblo cercano, añadió a su nombre Castagneto, el apellido del escritor, y hoy es conocido como Castagneto Carducci, convertido en símbolo de esa ciudad costera, cercana a Bolgheri, el pueblo de sus amores.