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VIDA Y ESTILO

Château d’Yquem: de la excepción a lo excepcional

Todas las cualidades de un vino único que históricamente ha fascinado a nobles, estadistas y artistas.

Château d'Yquem

En esta nota vamos a trasladarnos desde Médoc, al norte del departamento de Gironda, hacia el sur; más precisamente a la comuna de Sauternes. Ello nos permitirá hacer un recorrido por la historia del Château d’Yquem y, de esa manera, descubrir las cualidades que lo constituyeron uno de los vinos más especiales de Europa.

La historia del Château d’Yquem se inaugura a finales del siglo XVI con Jacques de Sauvage, que obtuvo el terreno de manos de la monarquía francesa al intercambiar otros dominios que él poseía. Más de un siglo después. un descendiente de la estirpe, Léon de Sauvage d’Yquem, estableció el primer viñedo. No obstante haber pasado a manos privadas, la monarquía no permanecería del todo apartada, ya que el Conde Louis-Amédée de Lur-Saluces, ahijado del rey Luis XV, se casaría con la descendiente de León, Françoise-Joséphine de Sauvage d’Yquem, en 1785. M. de Lur-Saluces fallecería, sin embargo, en 1788 apenas a tres años de haber contraído matrimonio. La viuda Joséphine, entonces, se hizo cargo del mantenimiento y mejoramiento de la estancia.

Françoise-Joséphine de Sauvage

Durante su estancia como diplomático de los jóvenes Estados Unidos de América en Versalles, Thomas Jefferson escribió, luego de visitar el Château, «Sauterne. Aquí se encuentra el mejor vino blanco de Francia, y el mejor de ellos es elaborado por Monseuir de Lur-Saluces». Tal fue su encanto que encargó 250 botellas de la cosecha 1784, y algunas extra para el entonces presidente, George Washington.

En 1855, con motivo de la Exposición Universal de París, el emperador Napoleón III encargó la instauración de un método clasificatorio para sistematizar los mejores vinos de Burdeos. El Sindicato de Comerciantes, entonces, estableció un catálogo de los vinos de acuerdo con el prestigio del Château y el precio de venta.  Ello dio como resultado la Clasificación oficial de vino de Burdeos de 1855. Por esos tiempos, los vinos blancos gozaban de una reputación inferior a la de los tintos, de manera que fueron catalogados únicamente de primera y segunda cosecha. El Château d’Yquem obtuvo la certificación de Premier Cru Supérieur, siendo el único Sauternes en ostentarla. De esa manera, se puso de relevancia su complejidad intrínseca: por un lado, su marcada concentración; por el otro, el equilibrio calibrado entre dulzor y acidez que garantizan una saludable longevidad.

El secreto de Château d’Yquem: en qué consiste la podredumbre noble

En otra ocasión vimos de qué manera la proliferación de microorganismos puede hacer estragos en los viñedos con la plaga de la filoxera de vid en la segunda mitad del siglo XIX, que trae aparejada la aparición de hongos y bacterias, y produce la necrosis y eventual muerte de las raíces. No obstante, existen hongos que resultan beneficiosos para la producción vinícola. La pourriture noble es producida por el hongo botrytis cinerea en condiciones adecuadas (caso contrario, la infección será perjudicial pudiendo descomponer cosechas enteras). Cuando la podredumbre es noble, las uvas infectadas estuvieron expuestas a un entorno seco durante el día. Ello produce la pasificación parcial de la fruta. La pérdida de agua que es consecuencia de la pasi2ficación aumenta la concentración de azúcar, haciéndolas aptas para la elaboración de vinos dulces concentrados.

El prestigio de los vinos de Château d’Yquem puede atestiguarse en la tercera entrega de la obra magna del novelista Marcel Proust (1872-1922), En busca del tiempo perdido. En El mundo de Guermantes, Proust compone la representación de una familia aristocrática francesa y su elevado estilo de vida con los que el narrador queda obnubilado. Château d’Yquem es mencionado en la novela como uno de los preciados tesoros protegidos en la bodega de la familia Guermantes. Asimismo, en la novela del escritor ruso-estadounidense, Vladimir Nabokov (1899-1977), Pnin de 1957, el protagonista homónimo tiene a Château d’Yquem como el ingrediente clave de su cóctel característico, el Pnin’s Punch, que se combina con marrasquino, helado y jugo de pomelo.

Fuera del mundo de la ficción, basta con considerar los rigurosos estándares de Château d’Yquem a la hora de garantizar su excelencia. Durante todo el siglo pasado solo nueve veces la cosecha fue considerada indigna: en 1910, 1915, 1930, 1951, 1952, 1964, 1972, 1974 y 1992; mientras que en el siglo XXI solo contamos con una cosecha aciaga: 2012. Es así que contamos no solo con la garantía inspiradora de algunas de las mejores obras literarias de Occidente, sino también con el respaldo del tiempo y un afán incansable por alcanzar la perfección.