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VIDA Y ESTILO

Cómo es Marqués de Murrieta, la bodega preferida del rey Juan Carlos y su vino Castillo Ygay

La bodega hoy, con el crecimiento de la ciudad y sus avenidas de acceso, pareciera estar incluso en las afueras de Logroño.

Marqués de Murrieta
Fuente: www.larioja.com

(Por Carolina Mena Saravia para El Intransigente).- La bodega Marqués de Murrieta se encuentra a pocos kilómetros de Logroño, capital de La Rioja. Su vino Castillo Ygay es conocido por encantar a paladares exigentes, entre los cuales está el rey emérito de España, Juan Carlos I.

Es harto conocida la referencia al momento de abdicación de Juan Carlos a favor de su hijo Felipe, hoy rey Felipe VI, cuando, a solas, llegado el brindis, escogieron descorchar para inmortalizar el momento, nada menos que una botella de Castillo Ygay, “uno de los caldos preferidos de don Juan Carlos”, si no el que mayor beneplácito obtiene de su parte.

La bodega hoy, con el crecimiento de la ciudad y sus avenidas de acceso, pareciera estar incluso en las afueras de Logroño. El desarrollo no cambió su aire señorial, sus vistas a la construcción de piedra originaria de su casco antiguo, de modo tal que, al ingresar en ella, inmediatamente el pasado y el presente se aúnan en un solo criterio: el bienestar.

Historia de un fundador

Los sueños largamente acariciados por el peruano Luciano de Murrieta y García-Lemoine hicieron nido en tierras riojanas en 1852. La exigencia y meticulosidad con que dedicó su vida a lograr un producto digno de ser exportado, llevó a don Luciano a cumplir todos los estándares de calidad para la exportación de su vino, convirtiéndose así en el primer productor de esta región vitivinícola que traspasaba las fronteras, poniendo a España y a La Rioja en los primeros planos mundiales.

Es precisamente por su contribución a la industria vitivinícola que el rey Amadeo I otorgó a Luciano de Murrieta y García-Lemoine el título de marqués, aporte que se tradujo en las innovaciones productivas y en la comercialización con que dotó a la bodega, traduciéndose en la alta calidad de sus “caldos”, como gustan los propietarios referirse a los vinos de esta bodega.

Un gran retrato al óleo con su estampa preside unas de las salas del castillo Ygay, antiguo lugar de producción del vino, en la actualidad convertido en museo donde cuentan la historia de las vicisitudes que convirtieron a Luciano de Murrieta en un emblema de la región.

Tras su fallecimiento, la bodega pasó por un período de decadencia económica, aunque este ocaso no opacó la visión de negocios de otro empresario, Vicente Cebrián-Sagarriga, conde de Creixell, que la adquirió en 1983 para emprender una nueva etapa de desafíos, consciente en el potencial que La Rioja ofrecía, la primera región en España, vecina a Francia, donde nacieron vinos de carácter, incorporando las técnicas francesas para el añejamiento en barricas.

Debilidades que se convirtieron en fortalezas

El trabajo que Vicente Cebrián-Sagarriga realizó para modernizar y levantar la bodega fue elogiable, pero en 1996, al fallecer, le sucede su hijo Vicente Dalmau Cebrián-Sagarriga y su hermana Cristina. Vicente tenía 24 años cuando asumió el reto de convertirse en el presidente de la bodega. Pese a su corta edad y la de su hermana, sorteando a los interesados rapaces y especuladores que esperaban con ansias las equivocaciones de los jóvenes hermanos, la estrella de su padre y la compañía de buenos consejeros acompañaron el camino que los catapultaría al éxito.

Nuevos aires soplaban para Marqués de Murrieta, y tiempo después construyeron en el predio contiguo al castillo, a la sazón la primera bodega, otra con aires señoriales, condensando la modernidad que tamaña inversión se merecía. Las oficinas administrativas también forman parte de este nuevo concepto.

Rey Juan Carlos

El rey Juan Carlos, un fan en la inauguración

Un acontecimiento de este calibre no podía tener menos que un anfitrión de lujo. Así fue como Vicente Dalmau Cebrián-Sagarriga dirigió una carta a palacio cursando la invitación en 2014. La respuesta no se hizo esperar, y fue el mismísimo Juan Carlos quien respondió la invitación en persona, comprometiendo su presencia, comprobando con hechos lo que ya se sabía a viva voz: la bodega Marqués de Murrieta y su vino Castillo Ygal integraban “sine qua non” la lista de sus preferencias.

El vino más prestigioso de la firma es Castillo Ygay Gran Reserva Especial, haciendo honor al nombre de la finca que había comprado más tarde Luciano de Murrieta para establecer allí su bodega, cuya añada 2010 reunió el máximo puntaje de críticos de la talla de Robert Parker o James Suckling, que les otorgaron a varias de ellas el prestigioso galardón 100 puntos, además de ser mencionado el “Mejor Vino del Mundo” por la afamada “Wine Spectator”.

Como sucede con los grandes vinos, solo se elabora si la uva corresponde a los altos estándares de calidad que la bodega requiere y solamente con la uva proveniente de la finca La Plana, zona de mayor altura de la finca Ygay. Cuidar la calidad para preservar la integridad del nombre.

Además de Castillo Ygay Gran Reserva Especial, la bodega Marqués de Murrieta cuenta con su Marqués de Murrieta Reserva, Dalmau, Capellanía y Pazo Barrantes Albariño. Los dos últimos son vinos blancos, frescos y con notas frutales.

La bodega Marqués de Murrieta ofrece visitas guiadas, y al finalizar las mismas un “wine bar” invita a degustar sus vinos con un menú en distintos pasos, de refinada gastronomía. “Delicatessen” solo para los amantes del buen vivir, donde las exquisiteces se muestran al alcance de refinados paladares y sofisticados bolsillos.