La sociedad griega concedió al vino una importancia singular desde los tiempos más tempranos, llegando a ser una parte central de su identidad cultural. Los antiguos griegos estaban al tanto de que otras sociedades, tales como los mesopotámicos o los egipcios, producían y bebían vino pero que significaba más bien un lujo. Cotidianamente, estas civilizaciones bebían cerveza (menospreciada por escritores griegos como inferior y digna solo para extranjeros) o «vino» hecho de dátiles o loto. La ignorancia vitivinícola significaba una muestra evidente de salvajismo, como también lo era el beber vino sin diluir (una característica asociada con los bárbaros escitas).
La vid fue domesticada en Grecia hacia el final del período neolítico, y cultivada ampliamente durante la Edad de Bronce. Evidentemente, el vino era un elemento significativo para la cultura minoica de Creta, antes del 2000 a.C.: arqueólogos han hallado restos de uvas y de instalaciones vinícolas en palacios y villas. Un ideograma para el concepto «vino» fue identificado en Lineal A (un antiguo sistema de escritura) y representaciones artísticas sugieren el empleo del vino en contextos rituales.
Las épocas de esplendor
Asimismo, no hay dudas de la relevancia del vino para la cultura micénica (entre 1600 – 1150 a.C.), que procedió a la minoica. Evidencias de Esparta, Tirinto y la propia Micenas comprenden desde semillas de uva y residuos de vino, hasta sellos de jarros con motivos de hojas de vid impresos en ellos. Por otro lado, en los palacios se hallaron jarros de conservación (entre ellos, en un palacio en Pilos se encontró un sótano completo abastecido con 35 enormes jarros) con etiquetas que indicaban que su contenido era efectivamente vino.
Tablillas de arcilla escritas en Lineal B dan cuenta, en algunos casos, de inventarios palaciegos, registrando sílabas e ideogramas para designar palabras tales como «vino«, «viñedo» e incluso «comerciante de vinos«, por no mencionar obvias alusiones diversas al dios Dioniso. El hallazgo de cerámica micena en otras tierras indica la exportación de vino y aceite a Siria, Palestina, Egipto, Chipre, Sicilia e Italia. Asimismo, el descubrimiento de pequeños jarros cananeos en Micenas sugiere que conocedores también importaban vinos extranjeros, los cuales serían lujos estrictamente reservados a las élites.
El vino en la literatura clásica griega
Los escritores griegos más antiguos de que se tienen registro son Homero y Hesíodo, ambos del siglo VIII a.C. En la poesía de sendos autores, el vino es parte esencial de la vida. Naturalmente, es consumido por héroes aqueos y troyanos en sus festines, pero también es empleado en rituales de sacrificio, súplica y funerarios. Asimismo se utiliza para solemnizar acuerdos y para obtener beneficios terapéuticos. Cabe señalar que, para la tradición mítica y literaria, el vino era exclusivamente una bebida para mortales. Los dioses bebían néctar y ambrosía.
Una de las características estilísticas más notables de la poesía épica es el uso de la ekphrasis. Consiste en la descripción detallada de una pieza de arte. En el canto XVIII de Ilíada, se describe el escudo que el dios Hefesto forja para el héroe griego Aquiles. En él se representan escenas en movimiento (pues se trata de una obra divina), entre las que destaca una vendimia celebrada en un viñedo. De manera que la vendimia supone una parte de la vida humana misma. En la otra gran obra de Homero, Odisea, el cíclope Polifemo es embriagado por Ulises con un barril lleno de vino muy fuerte y sin diluir, en el interior de una cueva, para que el héroe tenga ocasión de cegarlo y así poder escapar de ser devorado. Homero indica que el vino estaba extendido por toda Grecia, describiendo varios lugares como «ricos en vino«, incluyendo Frigia, por lo que los troyanos serían tan civilizados como los aqueos.
En el poema Trabajos y días de Hesíodo, se dan consejos sobre viticultura detallando la poda y la cosecha. Hesíodo señala el proceso de secado de la fruta antes de la vinificación, registrando así una de las más antiguas formas de vino de pasas.
No obstante ser una cultura vitivinícola tan antigua y tan bien registrada, al día de hoy no es posible trazar con certeza una genealogía entre ningún tipo de vid empleado en la actualidad con aquellas de la Antigua Grecia, por lo que solo nos queda conjeturar acerca de sus cualidades.
