En el marco del largo enfrentamiento legal, en el que se encuentran envueltos el Arzobispado de Salta y el Convento, el Juzgado de Garantías 5 jugó fuerte y le ordenó a la vidente María Livia que cese de ejercer violencia contra las monjas que desertaron. La Virgen del cerro en el ojo de la tormenta.
El culebrón que, desde el 2021, tiene divididos a los devotos católicos entre seguir al Arzobispado o creerles a las “carmelitas descalzas” del Convento San Bernardo, sumó un nuevo capítulo. Esta vez, se trata de una orden judicial dictada por el Juzgado de Garantías 5, dentro del expediente que investiga la denuncia de actos de violencia dentro del monasterio.
Según lo trascendido por fuentes judiciales, el juzgado notificó legalmente a María Livia Galiano de Obeid, intérprete de la voluntad de la Virgen María, más conocida como la “Virgen del Cerro”, sobre una medida precautoria, a través de la cual se le ordenó a la vidente y a su esposo, Carlos Daniel Obeid, que se abstengan de ejercer actos de violencia contra las monjas que desertaron del convento.
La diligencia responde a una carta que publicó la monja María de San José en abril pasado, mediante la cual denunció constantes manipulaciones, amenazas y actos violentos, de los cuales habría sido víctima dentro del Carmelo. La misiva fue enviada también al Vicario Judicial, Dante Eduardo Simón.
En el documento, reveló que, en 2014 tras el fallecimiento de la Madre Priora, María Livia empezó a coaccionar a las religiosas para que elijan a una nueva autoridad. “Si no votan, la Virgen se va a retirar de esta comunidad, va a escoger a otra”, fueron los mensajes que enviaba a las monjas.
En esa trama, la vidente puso a la hermana María Inés Jesús de la Hostia en el rol de madre priora, hecho que fue aceptado por las religiosas, aunque luego, todo se tornó violento, pues habría comenzado a ejercer maltratos sobre la denunciante, a la que mantuvo aislada del resto.
Entre otros puntos que se destacan de la carta se mencionó una serie de problemas económicos que la priora afirmaba que existían a raíz de que ya no se contaba el dinero de los alquileres que administra el Monasterio. En este punto de la carta, se advirtió que las Carmelitas habían firmado “algo” que les había pedido Carlos Obeid y que por esto ya no contaban con los fondos, lo que podría ser el meollo de toda la disputa.
La religiosa sostuvo que empezó a recibir amenazas de la vidente, con acusaciones en su contra y que incluso se llegó a grabar todos los contactos que mantenía con su familia. Entre otros de los aspectos relevantes, surge la sospecha de que la Madre Priora habría quemado documentación contable del Convento.
Manejos turbios
“María Livia me siguió amenazando para no dejar el Convento, alegando que, al irme, iba a destruirlo”, cuenta en su carta la hermana. “Tanto las hermanas del Monasterio como los servidores del cerro, sufrimos una constante manipulación en nombre de la Santísima Virgen de parte de la Sra. María Livia con su cónyuge Carlos Obeid para su beneficio personal”, resaltaron en la carta.
La situación llegó a tal punto, que la religiosa tuvo que recurrir a su hermana, quien hizo la denuncia por privación ilegítima de la libertad y así desencadenó la intervención judicial. Para rescatarla, se ordenó un allanamiento al Convento en 2023, intervención judicial no cayó bien, tanto que el día del allanamiento, la Madre Priora no permitió el ingreso de los agentes judiciales hasta la llegada de María Livia al convento.
En su texto, la religiosa indicó que “los hechos vividos desde el año 2014 hasta el 21 de diciembre del 2022” fueron “muy violentos”. La religiosa estuvo 32 años recluida en el convento y ahora, enferma de cáncer, vive en la casa de una persona en Salta.
En su extensa carta, explicó que María Livia mantuvo reuniones dentro claustro con cada una de las hermanas en forma privada. Agrega que les insistía –tanto para esa elección de autoridad como para la siguiente– que “si no votan, la Virgen se va a retirar de esta comunidad, va a escoger a otra”.
Como se sabe, María Livia, desde 1990, dice ver y escuchar mensajes de la Virgen María destinados a las monjas. Sus predicciones, en una ermita que se construyó en Tres Cerritos, son motivo de visita de miles de personas que llegan de todo el país.
La Iglesia oficialmente no reconoce la devoción y, en un documento de 2022, les recordó a las monjas “la estricta observancia de las normas de ley en este aspecto, incluida la estricta observancia de la clausura monástica”.
Si esto fuera poco, cabe recordar que, en abril de 2022, las monjas denunciaron al arzobispo de Salta, Mario Cargnello, y a otros tres religiosos por supuesta violencia de género y económica. En vista de ello, la jueza de Violencia Familiar y de Género Carolina Cáceres Moreno ordenó sostener las medidas de restricción e intimar a los denunciados a que hagan capacitaciones en género e inicien un tratamiento psicológico. Ahora, esa misma medicina, de la mano del Juzgado de Garantías 5, le llegó a María Livia.