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VIDA Y ESTILO

Vinos adulterados: ¿Esta práctica constituye necesariamente un delito?

En esta entrega te informamos acerca de todo lo que hay que saber en materia de la adulteración de lo vinos.

Diferentes formas de acciones fraudulentas han acechado el comercio vinícola desde, prácticamente, toda su historia. Las distintas variedades y valores del vino lo hicieron tradicionalmente objeto de operadores inescrupulosos. La extensa cadena humana que se yergue desde el productor al consumidor habilita un sinfín de ocasiones para la práctica de actividades ilegales. Sin embargo, es prudente considerar que en diferentes épocas la ley ha visto una misma práctica de maneras diversas: algunas veces exonerado ciertas prácticas, y otras condenándolas. Así, por ejemplo, lo que hoy denominamos adulteración habría sido considerada una práctica legítima por nuestros ancestros.

La manera más simple y evidente de adulteración es el agregado de agua. Esta acción no es necesariamente fraudulenta. Así, por ejemplo, en la antigüedad griega ninguna persona civilizada concebiría siquiera beber vino sin diluir. Incluso hoy en día, vinos producidos con uvas extremadamente maduras pueden obtener un mejor balance si son levemente diluidos. Por supuesto, esta práctica deviene ilegal si se hace de manera subrepticia con el objeto de engañar deliberadamente a consumidores y entidades impositivas.

Otra forma de estirar el vino ocurre al cortar o mezclarlo con otros ejemplares, normalmente de mala calidad. En el siglo XVIII, algunos mercaderes de Burdeos procedían a cortar Clairets con vinos más ásperos y fuertes de España con el objetivo de obtener un producto robusto, más del gusto inglés, a la vez que aumentaban sus ganancias. De manera similar, y en el mismo siglo, comerciantes portugueses comenzaron a mezclar Vinho do Porto con Brandy. Eventualmente el gobierno de Portugal aceptó, sistematizó y legalizó esta práctica dando origen al Oporto tal como lo conocemos hoy.

Vinos

De la misma manera, otras formas de alterar el vino fueron perfectamente legales. En el pasado, algunos vinos se agriaban luego de un año o dos y se desarrollaron técnicas para curar o, más bien, disfrazar tales «vinos enfermos«. Fórmulas clásicas y medievales sugerían el agregado de productos que variaban desde leche y mostaza hasta cenizas, ortiga o plomo. Prácticas semejantes estaban permitidas solo para el consumo hogareño. Cuando un tabernero o mercader procedía a estas prácticas con el objetivo de estafar a clientes, el agregado devenía ilegal. En el Siglo I d. C., Plinio el viejo lamentó el hecho de que «ni siquiera la nobleza goza de vinos genuinos».

Desde el siglo XVIII y hasta la actualidad

Hoy se acepta que, a menos que esté explícitamente asentado, el vino es producto del jugo de uvas fermentado de manera natural. Sin embargo, la práctica de falsificar vinos, opuesta a la cura, tiene una larga y corroborada historia. Esta práctica se detalló de manera prolífica en épocas en las que conseguir vino de uvas verdaderas era tarea ardua. En 1709, el escritor y político británico, Joseph Addison, refirió con aguda ironía en el diario «The Tatler» acerca de la «fraternidad de operadores químicos que exprimen Burdeos de un endrino y extraen Champagne de manzanas». Por lo visto, se trataba de un oficio de larga data. Incluso, hoy en día no es extraño encontrar mezclas químicas semejantes en China, cuyo mercado vinícola es relativamente poco regulado.

Existen asimismo vinos elaborados a partir de pasas. A finales del siglo XIX, durante la proliferación de la plaga filoxera, floreció una industria próspera de elaboración de vino a partir de pasas importadas en la costa mediterránea. En Estados Unidos ocurrió un fenómeno similar durante la prohibición de la década del veinte utilizando, pasas, uvas resecas y concentrado de uva enlatado.

Es importante mencionar que la adulteración y el comercio ilegal de vinos siempre supusieron, y suponen, un riesgo para la salud. Ya sea por la presencia de plomo en tiempos antiguos, como por la contaminación por metanol durante el siglo XX, es fundamental tomar todos los recaudos a la hora de comprar y consumir un vino.