El día de hoy proponemos hacer un recorrido por una de las zonas más invitantes en lo que respecta a la producción vitivinícola argentina, los Valles Calchaquíes. El área en cuestión abarca las provincias del noroeste: Salta, Jujuy, Tucumán y Catamarca. Esta última es la provincia que supo tener la mayor cantidad de superficie cultivada con vides, aunque, en los últimos años, Salta tomó la delantera. De esa manera, se convirtió en la cuarta provincia más importante en lo que respecta a la producción de vino, por detrás de Mendoza, San Juan y La Rioja, respectivamente. Jujuy y Tucumán, por su parte, presentan un mercado vitivinícola incipiente.
Asimismo, Salta goza del mayor reconocimiento en materia de vino respecto al resto de la región del país. También ostenta de ejemplos de algunos de los viñedos más elevados del mundo al rededor del pueblo de Payogasta, en el departamento de Cachi, con 23 hectáreas, cultivadas, de manera sustentable, a 3111 metros sobre el nivel del mar. No solo Salta, sino que toda la extensión de los Valles Calchaquíes se beneficia de más de trescientos días de sol durante el año. Así también, de una considerable exposición al viento y a los rayos ultravioletas.
Incluso los viñedos más bajos de Salta se encuentran a una altura promedio de 1650 metros sobre el nivel del mar. Por tamaña elevación, la vid se ve obligada a protegerse a sí misma de las inclemencias del clima. De ello derivan una menor producción y una cáscara más gruesa en los frutos, de manera que resulta en vinos concentrados y corpulentos que son sensiblemente fragantes.
Las variedades más importantes
Entre las grandes promesas de la región se encuentran el Malbec, el Cabernet Sauvignon, el Bonarda, el Syrah y, de manera notable, el Tannat. En lo que respecta a los vinos blancos, el Torrontés riojano está particularmente a gusto, y en Cafayate vinos de un aroma singular tendiente a secos. Los suelos no difieren mucho a los de Mendoza, pero presentan un clima regional que garantiza una combinación de buenos niveles de azúcar en la cosecha y una acidez total superior a la media. De esa manera se asegura profundidad y balance.
La principal región vitivinícola en Salta es la ciudad de Cafayate, de perfil fuertemente turístico. Otras dignas de mención son Colomé, Tolombón, Molinos, y Tacuil. Esta zona provee, además de notables vinos terrosos, hotelería estilizada, arquitectura colonial, gastronomía andina e impresionantes paisajes, convirtiéndose en una preferida a nivel mundial para la práctica del enoturismo.
La provincia de Catamarca
Hasta principios del siglo XXI, esta zona se enfocaba principalmente en la producción de uvas de mesa y pasas. Sin embargo, el potencial de los suelos y las condiciones climáticas fueron bien interpretados, deviniendo hoy en un área de producción de vinos de exportación de alta calidad. Es cierto que Catamarca es una provincia grande, sin embargo, su terreno montañoso implica que únicamente cerca de 2500 hectáreas son empleadas para la vid. Podemos situar ello en perspectiva al compararla con la pequeña subregión del Valle de Napa de Rutherford que abarca un área de aproximadamente las mismas dimensiones.
La viticultura en Catamarca se concentra fundamentalmente a orillas del río Abaucán, desde la región de Fiambalá hasta la región más productiva de Tinogasta, al sur de la provincia. De manera similar que la mayor parte de Argentina, Catamarca presenta un balance de baja latitud y gran altitud, lo cual resulta oportunamente óptimo para la viticultura.
Las elevadas temperaturas vinculadas a la latitud baja se moderan con elevaciones que alcanzan hasta 1500 metros sobre el nivel del mar. Esta altitud implica necesariamente una luz solar más intensa durante el día; no obstante, las noches se enfrían de manera ostensible por el aire proveniente de las montañas. Durante la época de crecimiento , esta variedad de temperatura diurna extiende la temporada de maduración y habilita que las uvas desarrollen variedades ricas en carácter mientras conservan la acidez.
La perla de los Valles Calchaquíes
En la localidad de Hualfín destaca la tradicional Bodega Federico Mena Saravia. Por la casona transitaron figuras históricas de la música y la literatura argentina, tales como Jaime Dávalos y «Cuchi» Leguizamón. La musa catamarqueña, incluso, instó a los artistas a componer la conmovedora «Zamba de los mineros». En la actualidad, se ampliaron las variedades clásicas (Torrontés, Malbec, Tannat y Cabernet Franc) con ejemplares traídos de Francia e Italia, tales como Pnnot Noir, Merlot y Chardonnay, entre otros, en un ejemplo de afán de progreso y modernismo. La Bodega Federico Saravia también ofrece visitas orientadas al Enoturismo. Sugerimos enfáticamente no perderse de la ocasión de recorrer esos históricos dominios.