Los vinos dulces son una excelente opción para estas noches cálidas que se nos conceden todavía en pleno invierno. En Argentina, durante el mes de agosto, imperan en gran parte del territorio los vientos Zona y Norte (que se se caracterizan por ráfagas de aire cálido). Los días despejados, durante el período de estos vientos, garantizan un entorno especial para compartir algunos vinos dulces bien refrigerados.
Los así llamados vinos dulces o vinos de postre corresponden a aquellos vinos que poseen un sabor apropiado para ser bebidos en ocasiones especiales. Estas pueden ser: al final de una comida, con un postre, acompañados de una tabla de quesos, aceitunas y carnes frías, o solos. Los vinos dulces, por supuesto, poseen un alto contenido de azúcar y de alcohol.
En estas categorías se incluyen los vinos de licor (tales como el Mistela, el vino dulce natural y el vino fortificado), donde se añade alcohol en el momento de la producción; y el vino naturalmente dulce (como el vino de podredumbre natural, el vino de pasificación y el vendimia tardía) donde no se añade alcohol de manera necesaria durante el proceso, sino que el gran contenido en azúcares naturales del mosto conduce a una producción mayor de contenido alcohólico
Veremos a continuación una lista de prospectos para disfrutar de un buen vino dulce en alguna ocasión especial:
Dulce natural
Si en alguna ocasión te encontraras con esta expresión en la etiqueta, hay que considerar que se trata de vinos, generalmente blancos, elaborados a partir de uvas maduras con un alto contenido de azúcar. Durante la fermentación, el proceso se detiene antes de que todo el azúcar devenga en alcohol, lo cual resulta en ese dulzor tan característico. Estos vinos suelen tener aromas florales y frutados de gran intensidad e, incluso en épocas invernales, es bueno consumirlos fríos. ¿Cuándo? Luego de una cena contundente o simplemente cuando la conversación se anima y se extiende.
Cosecha tardía
La dulzura de este tipo de vino consiste en el grado de madurez de las uvas que, precisamente, son cosechadas de manera más tardía que lo habitual para favorecer la concentración de los azúcares. Son vinos intensos y frutados. El mejo plan para este tipo de vinos dulces es acompañarlos con quesos más bien picantes tales como el Gruyere o algún queso de cabra artesanal.
Fortificados
Estos vinos son más especiales y, probablemente, por eso vale tanto la pena el buscarlos y probarlos. Su particularidad radica en que a este vino se le agrega alcohol vínico con el fin de detener la fermentación. De esa manera, se mantiene parte del azúcar natural de las uvas. De esta forma se logra un vino más dulce y con mayor graduación de contenido alcohólico. La técnica del “encabezado” es la más común para fortificar el vino. Es ese momento en que se le agrega ese alcohol extra hasta llegar a la graduación deseada. Sin embargo, hay que mencionar que un vino fortificado puede, o no, ser dulce. Si en tu caso, buscás lo dulce, lo mejor es probar los elaborados a la manera del oporto, o los de tipo jerez. Y si leés con atención estas etiquetas, podrás descubrir los fortificados secos que son pura potencia.
Mistela
Para honrar a la verdad, este ejemplar no se trata estrictamente un vino. Resulta que, de hecho, es un mosto alcoholizado. Esto implica que estamos en presencia de una bebida elaborada a base de jugo de uva (mosto) a la que se agrega alcohol vínico. Este alcohol interrumpe la fermentación y mantiene el azúcar natural. De esta forma se adquieren los aromas de frutas muy maduras y aquel dulzor que evoca a miel, mermeladas y compotas caseras.
Estamos en un período que francamente invita al encuentro y al convivio. La ocasión de optar por buenos vinos dulces en Argentina no debe ser desaprovechada, ya que nuestras tierras son generosas y abundantes en términos de productos vitivinícolas. Siempre es una buena opción organizar un encuentro con los afectos, pues: in vino veritas.
