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VIDA Y ESTILO

Merlot: el balance que aplaca al brío

Un vino cuya nobleza y redondez es aprovechada para equilibrar a los varietales más importantes de Burdeos.

La cepa Merlot se caracteriza por frutos negros y se asocia a nivel mundial con los grandes vinos de St. Émilion y Pomerol. En los últimos años ha devenido tan popular que para 2010 se convirtió en la segunda variedad más cultivada del mundo, no muy lejos del Cabernet Sauvignon. El furor por vinos Merlot de finales del siglo XX responde principalmente a una fugaz moda estadounidense, pero en Burdeos, y Francia en general, cepas Merlot de madurez temprana suponen la uva tinta más plantada con un total que alcanzó las 114300 hectáreas hacia 2012.

Ya hacia finales del siglo XVIII, el historiador Henri Enjalbert la catalogó a la Merlot como una variedad de buena calidad; y para 1868 se la catalogó como la principal cepa de Médoc para combinar con la Cabernet Sauvignon. Su nombre pareciera estar vinculado etimológicamente con el del mirlo (merle en francés), un ave de plumaje negro que se alimenta de sus bayas.

Sus orígenes

Los estudios pertinentes de ADN determinaron que la cepa Merlot desciende de la progenie de la Cabernet Franc y una relativamente poco conocida variedad francesa que de manera reciente se le asignó el nombre de Magdeleine Noire des Charentes. De manera consecuente, podemos afirmar que la cepa Merlot es media hermana de la Cabernet Sauvignon, lo cual podría explicar el exitoso potencial de su combinación.

El Cabernet sin dolor

El vino Merlot es, generalmente, más voluminoso, frutado y suave que el Cabernet pero su sabor tiende a ser menos empático. El Merlot se ubicó al frente del mercado vinícola estadounidense ya que tiende a priorizar la textura al sabor. Los productores de aquel país apodaron al Merlot como «El Cabernet sin dolor», haciendo alusión a la astringencia. En efecto, la sutil fragancia herbácea, que es apreciada por los franceses, tiende a significar un demérito para los catadores estadounidenses.

A lo largo y ancho de Burdeos y el suroeste francés, Merlot desempeña el rol de compañía constante al más austero, aristocrático y siempre vigente Cabernet Sauvignon. Su madurez temprana, redondez y su lozanía frutada proveen un complemento más eficaz para el Cabernet Sauvignon que, por ejemplo, el Cabernet Franc. A menudo, esas tres cepas constituyen el célebre Blend de Burdeos. Asimismo, los viñedos Merlot aportan seguridad vitivinícola en climas más marginales, siendo que brota, florece y madura, al menos, con una semana de anterioridad respecto a los Sauvignon. En el aspecto negativo, esa misma cualidad hace al Merlot particularmente sensible a las heladas.

La variante Merlot responde mucho mejor a la humedad y al frío de los suelos de St-Émilion y Pomerol, pues retienen el exceso de agua y permite a las frutas alcanzar el tamaño máximo. En suelos bien drenados, los veranos secos pueden ocasionar que las uvas no se desarrollen del todo. A diferencia de la Cabernet Sauvignon, la cepa Merlot es extremadamente sensible al tiempo de la cosecha, y los niveles de acidez pueden ser peligrosamente bajos si la recolección se demora demasiado.

Merlot en Sudamérica

En América del Sur, el Merlot devino extremadamente importante para el prolífico mercado exportador vinícola de Chile. Los viñedos Merlot se adaptaron de manera óptima a los suelos más húmedos de las regiones sureñas vitivinícolas del valle central chileno. En Argentina, está presente en casi todas de las provincias vitivinícolas del territorio. El Merlot registró, hacia el año 2022, un total de 4.706 hectáreas cultivadas. Ello cual representa el 2,3% del total de vid del país. Lo cierto es que la cantidad de hectáreas de este varietal, en todo el país, aminoró un 23,9% en el período abarcado entre 2013 y 2022. En Mendoza cayó un 24,7%, en San Juan un 39,5% y en el resto del país un 10,7% .

Los vinos producidos a partir del varietal Merlot son una opción ideal para quienes sostienen una dieta vegetariana, pues maridan de manera espléndida con quesos maduros, tales como el gruyere, el brie y el azul, con olivas (tanto verdes como negras) y con vegetales asados o grillados. De cualquier forma, acompañar un plato de pescados de río o especialmente grasos, como el sábalo, el surubí o el lenguado, con un buen ejemplar de Merlot es un plan soberbio para cualquier momento especial.