Una fuerte noticia impactó en las últimas horas en el mundo del espectáculo, y es que Marley fue denunciado judicialmente por corrupción de menores. Según dieron a conocer en América Noticias, el damnificado se llama Adrián Alfredo Molina, vive en Miami y viajó especialmente a la Argentina para realizar la denuncia. Debido a que los hechos prescribieron, este pidió juicio por la verdad.
En América Noticias (América TV) presentaron lo relatado en la denuncia: «A mediados de la década del 90 mi padre adquirió una computadora la cual me introdujo en el mundo de la navegación en las páginas web. A principios del 96, con 17 años, conocí a una persona que se identificó con una alias, ocultando su verdadera identidad, manifestando que se parecía al actor Hugh Grant. Por un par de meses nos comunicamos solo por esa vía».
«Comenzando con una relación de carácter amistosa donde me interrogaba por mi vida, mis cosas y mi familia, entre muchas otras. Llegué a confiar cosas que nadie sabía. Para ese momento no tenía definida mi orientación sexual, esta persona es casi diez años mayor que yo. En ese momento no se usaba intercambiar fotos», continúa el documento.
«En una ocasión me dijo que se parecía al conductor televisivo Marley. Al cabo de un tiempo me citó en una esquina de Palermo donde nos conocimos personalmente, para ese entonces era alguien de confianza y la única persona que sabía todo de mi vida. Me subí a su automóvil y me llevó a su casa de la zona norte del Gran Buenos Aires», cuenta el denunciante.
«En ese primer encuentro en su casa intentó seducirme e intentó tener relaciones sexuales pero me negué, lo cual me dio mucha vergüenza y culpa. Después de habernos conocido personalmente nos comunicábamos a diario por chat y me hacía sentir culpable por rechazarlo. Él me decía que quería tener relaciones sexuales conmigo y que no debía contar nada a nadie», se revela.
«Yo era un adolescente muy introvertido y tímido, que tenía solo una amiga a quien conté estas confidencias. Esa manipulación y mi inmadurez me llevaron a acceder a tener relaciones con él. Me buscaba en una esquina previamente y me llevaba a su casa, donde comíamos y teníamos relaciones sexuales. Esto se inició cuando tenía 17 años y duró por más de tres años en el más absoluto secreto», asegura el damnificado.
«Tiempo después tomé conciencia que la relación fue puramente sexual, limitada a las cuatro paredes de su casa. En la casa me obligaba a que no me acerque a la cocina en la planta baja porque nos podía ver una vecina a través de un ventanal. Si salíamos a la piscina en el jardín siempre teníamos que estar alejados para evitar que pudieran acercarse fotógrafos. Yo nunca había usado drogas. En una ocasión Alejandro colocó en mi nariz una sustancia ilegal que se llama poppers. Esto pasó mientras intentaba convencerme de tener sexo en el jacuzzi, me sentí tan mal que me descompuse», afirma Molina.
