En la madrugada del viernes, el Senado de la Nación le asestó un duro revés al Gobierno de Javier Milei al rechazar el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que otorgaba fondos millonarios a la restaurada Secretaría de Inteligencia de Estado (SIDE). Con 49 votos en contra, 11 a favor y dos abstenciones, el decreto no logró el respaldo necesario para mantenerse vigente.
El rechazo al DNU comenzó a gestarse semanas atrás, en medio de crecientes tensiones políticas. A pesar de los intentos del Ejecutivo por evitar que el decreto llegara al recinto, la Casa Rosada no logró frenar el tratamiento. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, propuso una estrategia de último minuto durante una reunión encabezada por el presidente Javier Milei, el miércoles pasado. La maniobra consistía en solicitar una sesión especial secreta para retirar el DNU del temario oficial, evitando así su debate público.
El pedido ingresó al Senado el jueves y fue recibido por la vicepresidenta Victoria Villarruel, quien lo sometió a consideración de los distintos bloques políticos. Sin embargo, los senadores radicales, que en un principio parecían dispuestos a apoyar la movida del Gobierno, finalmente se distanciaron. Este giro permitió que la solicitud del Ejecutivo quedara en minoría, abriendo paso a que el decreto fuera incluido en la sesión del jueves, con el respaldo del kirchnerismo.
La oposición, encabezada por el bloque kirchnerista, logró obtener los dos tercios necesarios durante la reunión de Labor Parlamentaria, sellando el rechazo al decreto. Este resultado representa una derrota significativa para el Gobierno de Milei, que no solo buscaba consolidar la restauración de la SIDE bajo la dirección de Sergio Neiffert, sino también asegurar fondos millonarios para la agencia.
La restauración de la SIDE, una medida que había generado controversia desde su anuncio en julio, fue percibida como un intento del Ejecutivo por centralizar el control de la inteligencia estatal en un contexto político complejo. El rechazo del DNU, además de frenar esta iniciativa, pone en evidencia la dificultad del Gobierno para avanzar con su agenda en un Congreso cada vez más dividido.
Este episodio resalta las crecientes tensiones entre el oficialismo y la oposición, y marca un desafío clave para la administración de Javier Milei en su relación con el Legislativo, donde la resistencia a sus políticas parece consolidarse.