El bloque de diputados nacionales de la Unión Cívica Radical (UCR) enfrentó hoy una nueva crisis interna, a solo un día de haber logrado una aparente tregua. Un grupo de legisladores, leales a Facundo Manes y Martín Lousteau, se encontraba al borde de formar un nuevo bloque, lo que amenazaba con dividir aún más a la coalición.
La noche anterior, los diputados habían acordado un diálogo para reconducir la situación. Sin embargo, esta mañana, la calma se quebró cuando se conoció que Rodrigo de Loredo aceptó participar en una reunión del Gobierno para discutir el Presupuesto. Entre los diputados que asistieron a la Casa Rosada se encontraban Soledad Carrizo, Lisandro Nieri, Roxana Reyes, Luis Picat y Roberto Sánchez.
Fuentes del bloque advirtieron que esta situación podría ser utilizada por los «rebeldes» para justificar un quiebre definitivo, el mismo que vienen pidiendo tras la reforma jubilatoria y la Ley de Financiamiento Universitario que estos cinco legisladores rechazaron. Según estas voces, la imagen del encuentro en la Rosada serviría para ensuciar la figura de De Loredo.
El trasfondo de la UCR
El descontento de los diputados «rebeldes» con la conducción de De Loredo se había acumulado desde el inicio de la gestión de Javier Milei. La situación se intensificó después de que cinco miembros del bloque, apodados «radicales peluca», se mostraran favorables a las decisiones del oficialismo, lo que llevó a un pedido de expulsión por parte de sus colegas.
Aunque anoche se firmó la paz, duró poco. Comentarios de Campero en un programa de televisión, donde mostró afinidad con el Gobierno, reavivaron la polémica y nuevamente exigieron la expulsión de los radicales que se enfilan detrás de Milei, según informó NA.
Además, el grupo de Manes solicitó cambiar la secretaría parlamentaria y redistribuir los cargos en las comisiones, alegando que la gestión de Carrizo había favorecido a un sector específico del bloque. Ante esta situación, la conducción se mostró reacia a rediscutir la organización interna, lo que llevó las negociaciones a un punto muerto, sin perspectivas de solución a la vista.