La acelerada suba de las tarifas de servicios públicos en Argentina se ha convertido en una carga económica considerable para las familias, que deben priorizar sus gastos en agua, gas, electricidad y prepagas de salud por encima de otras necesidades. El aumento exponencial de estos servicios ha afectado a trabajadores con empleos formales, quienes ahora ven sus ingresos más limitados y, en algunos casos, por debajo de la línea de pobreza.
Servicios básicos: un peso cada vez mayor en el salario
Según datos del Observatorio de Tarifas y Subsidios de la UBA-Conicet, el porcentaje del salario promedio destinado a la canasta de servicios públicos (que incluye electricidad, gas, agua y transporte) pasó del 5,9% en diciembre del año pasado al 12,2% en octubre de este año. Este cambio ha impactado con especial fuerza en las familias del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), donde el peso de estos servicios se siente de manera notable. Además, el gasto en transporte aumentó significativamente, alcanzando el 42% del total de esta canasta, comparado con el 28% en diciembre pasado.
En octubre, una familia tipo en el AMBA debió desembolsar, sin subsidios, alrededor de $134.414 al mes para cubrir estos servicios, aunque este gasto reflejó una leve disminución del 2,5% respecto al mes anterior debido a una reducción en el consumo de gas. No obstante, el incremento de las tarifas de agua (4,9%) y electricidad (1,8%) mantuvo alta la carga económica para los hogares.
Salud privada y servicios esenciales, cada vez menos accesibles
El impacto más alarmante del incremento tarifario se observa en el sistema de salud, donde el costo de las prepagas y servicios de salud privada se disparó hasta volverse insostenible para muchas familias. Esto ha llevado a miles de personas a renunciar a la atención privada y depender del sistema público, que afronta a su vez una creciente demanda.
Este fenómeno también se refleja en el rubro que agrupa los gastos de vivienda, electricidad, agua y combustibles, que ha registrado un incremento del 200% en lo que va del año, el doble de la inflación general, que ronda el 101,6%. El alza de los precios en servicios básicos y de salud refleja la creciente dificultad de las familias para cubrir estos costos esenciales sin un impacto negativo en su calidad de vida.
Un desequilibrio entre tarifas y salarios
La eliminación gradual de subsidios y las actualizaciones tarifarias acumuladas desde diciembre de 2023 han generado un aumento del 369% en el costo total de la canasta de servicios, según el mismo Observatorio de la UBA-Conicet. Sin embargo, a pesar de estos aumentos, los hogares de ingresos altos, medios y bajos del AMBA cubren en promedio solo el 53% de los costos de estos servicios, mientras que el Estado asume el 47% restante, lo que demuestra la persistente necesidad de subsidios para evitar un mayor desbalance en las economías familiares.
Efecto en la economía y el consumo
Expertos advierten que la recuperación del poder adquisitivo será lenta y que el incremento de tarifas podría retrasar el repunte del consumo masivo, crucial para salir de la recesión que el gobierno espera revertir en 2025. «La recuperación del poder adquisitivo tardará en reflejarse en el consumo masivo», señalan analistas, quienes también anticipan que el aumento de tarifas seguirá impactando en las decisiones de consumo de los hogares en el corto plazo.
Un horizonte incierto para los servicios básicos
Frente a un escenario económico desafiante, la realidad para muchas familias argentinas es que el costo de los servicios esenciales seguirá representando una carga pesada, obligándolas a seguir ajustando sus gastos y sacrificando otros consumos.