La industria vitivinícola argentina enfrenta un desafío inaudito: el cambio climático. Sabemos que los vinos argentinos son reconocidos a nivel global en lo que respecta a la calidad y la diversidad de sus producciones. Sin embargo, el incremento en las temperaturas medias, las divergencias en los patrones de precipitación y los eventos climáticos extremos están incidiendo en la producción de vino en la región.
Hoy en día, resulta más que evidente que estamos transitando variaciones en el clima que afectan en diferentes sentidos. Así, en la viticultura no debería de ser diferente. Por lo tanto, es plausible afirmar que existe una incidencia del cambio climático en las viñas. Sin embargo, ¿Cómo es que influye en ellas? ¿Qué cambios pueden registrar los expertos de este sector en lo que respecta al terreno que trabajan cada día?
¿Qué es el cambio climático y cuál influencia en el mundo vitivinícola?
Muchas veces es fácil confundir al cambio climático con el calentamiento global. Es fundamental tener presente que se trata de conceptos diferentes, pero que van juntos de la mano. En efecto, el calentamiento global supone la principal consecuencia y, acaso, el impacto más tangible del cambio climático.
Lo que implica el concepto en cuestión es un sensible incremento de la temperatura a escala global y, por lo tanto, implica un vital riesgo de la la flora y la fauna en lo que respecta a su supervivencia. Hoy por hoy, las muestras más irrefutables del cambio climático son el deshielo de los polos, lo cual incide de manera drástica en el aumento el nivel del mar y, de manera opuesta, en consecuencias tan dramáticas como las sequías y la proliferación de incendios forestales.
Así, algunos de los principales efectos del cambio climático en lo que respecta al mundo de la vitivinicultura pueden ser:
Vendimia adelantada:
De acuerdo al tipo de suelo donde proliferan las viñas, la vendimia puede sucederse de manera precoz. Este hecho responde principal y fundamentalmente al incremento desmesurado de las temperaturas en todo el planeta.
Proliferación de sequías a lo largo del año
El cambio climático afecta e interfiere en la estación de las lluvias durante la primavera y el verano. De manera evidente, las sequías tienden a ser mucho más frecuentes, razón por la cual, las lluvias comienzan a escasear. De manera satelital, los cultivos precisan de mayor riego y, en consecuencia, se hace mayor uso de los acopios de agua potable.
Los hongos en riesgo
Por otra parte, el frío y la humedad pueden aniquilar la proliferación de algunos hongos que, como sabemos, resultan beneficiosos para la producción vinícola durante el proceso de maduración de la uva. En efecto, y contrario a lo que dicta el sentido común, existen vinos, tales como aquellos producidos en la región de Sauternes, en Burdeos, que precisan del procedimiento llamado podredumbre noble para la producción de excelsos ejemplares tales como el Château d’Yquem.
Emergencia de nuevas zonas vinícolas
Otro tipo de consecuencias tienen que ver con la reorganización de la topografía vitivinícola de las distintas regiones. En los últimos años, aconteció una serie de desarrollos y perfeccionamientos de aquellas zonas ubicadas a mayor altura sobre el nivel del mar frente al resto de los territorios vinícolas. Así, por ejemplo, los vinos de los Valles Calchaquíes han experimentado una merecida puesta en valor, tanto en el mercado nacional como en el internacional, respecto a la histórica hegemonía de los vinos de Cuyo. Un ejemplo notable de las soberbias muestras de los vinos argentinos de altura es la Bodega Federico Mena Saravia, en el el Alto Valle de Hualfin, en la provincia de Catamarca.
Como sabemos, la viticultura viene marcada por una especie particular de planta, la vid (Vitis vinifera). No obstante, la uva resultante puede proceder de diversas variedades y clones, los cuales, a su vez, se vinculan con diferentes portainjertos. En cada zona o región vitivinícola, de acuerdo a su clima particular, suele destacar o imperar una variedad determinada.
Así pues, algunos viñedos no prosperarán en ciertas regiones. Ello nos devuelve a la problemática central de los efectos negativos del cambio climático. A saber, el aumento de temperaturas y las nuevas condiciones climáticas afectan el arraigo a una región de cada variedad. De hecho, casos semejantes no solo ocurren en variedades con un terroir, como podría ser el caso de Malbec en Mendoza, sino que se trata de un hecho generalizado. En efecto, las zonas climáticas ideales de la mayoría de variedades son, normalmente, específicas. Eso implica que serán más susceptibles que otros cultivos a los cambios que surgieren en el clima, tanto a corto como a largo plazo.
En ese sentido, estudios científicos y académicos recientes dan cuenta de cuáles son las zonas vitivinícolas más afectadas por el incremento en las temperaturas durante los últimos años. Entre ellos se cuentan la península Ibérica, el sur de Francia, zonas específicas de Washington y California, donde ya son probados los aumentos en la temperatura de más de dos grados centígrados.