Con apenas una semana restante para que Javier Milei viaje a Montevideo y asista a su primera cumbre de jefes de Estado del Mercosur, surgen rumores sobre la posible renuncia de Argentina al bloque regional. Esta iniciativa, que busca flexibilizar la participación en el bloque, se enmarca en la búsqueda de acuerdos más abiertos y en la firma de un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos.
En declaraciones recientes, un estrecho colaborador del presidente Milei afirmó que «irse no es el plan A. El plan A es que podamos comerciar de la mejor manera. El plan B es que el Mercosur sea de libre comercio. Si eso no ocurre, el plan C es evaluar salir del Mercosur». Sin embargo, cualquier renuncia al bloque requeriría la aprobación por mayoría absoluta en el Congreso, lo que añade una capa de complejidad a la propuesta.
Desde el Ejecutivo, se asegura que la estrategia es permanecer en el Mercosur mientras se buscan formas de flexibilizar el bloque. La Casa Rosada está apostando por fortalecer su cercanía con Estados Unidos, especialmente en el contexto de los recientes anuncios de Donald Trump sobre el aumento de aranceles de importación para México, Canadá y China. En este sentido, el Gobierno argentino busca firmar un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, aunque el reglamento del Mercosur exige la autorización de los demás miembros del bloque.
Política exterior
Gerardo Werthein, canciller alineado con la ideología libertaria, ha desempeñado un papel crucial en la definición de la política exterior del Ejecutivo. En declaraciones desde el Palacio San Martín, Werthein moderó el tono de la iniciativa oficial, argumentando que «nadie quiere una ruptura». Señaló que el Mercosur ofrece ventajas y desventajas, y que es necesario evaluar cuáles son las oportunidades que se pueden potenciar. «Debemos sentarnos con los cuatro miembros, porque los países necesitamos abrirnos al mundo. Los acuerdos están pensados para ayudar a los países, no para ser un corset. La Argentina necesita crecer. En ciertos aspectos estamos encorsetados con el Mercosur, pero lo tenemos que estudiar, en la Cumbre nos sentaremos a hablar».
A pesar de las declaraciones conciliadoras, cerca del presidente Milei se ha reiterado que el Mercosur no cumple con su propósito original. El bloque regional, que incluye a Brasil, Uruguay y Paraguay, además de tener a Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Bolivia como miembros asociados, enfrenta críticas por no facilitar un mercado común en serio y de libre comercio. «Queremos que el Mercosur sea un mercado común en serio, de libre comercio, y que no beneficie solo a los industriales de San Pablo», se quejaron funcionarios en la Casa Rosada.
El Congreso como puerta de salida
El Ejecutivo ha insinuado que es posible que la salida del Mercosur se materialice si no se logra una mayor apertura comercial. «Siempre podés juntar 129 votos en diputados para irnos del Mercosur y se acabó», sugirió uno de los negociadores políticos del Ejecutivo, tras el reciente fracaso de la sesión de Ficha Limpia debido a la falta de quórum. Esta advertencia parece más una provocación para marcar y ocupar agenda mientras el Gobierno negocia con el kirchnerismo por los pliegos de Ariel Lijo y Manuel García Mansilla para la Corte Suprema.
La viabilidad de renunciar al Mercosur es cuestionable, considerando que el desarrollo del bloque regional ha sido una política de Estado que ha atravesado diferentes administraciones, desde Raúl Alfonsín hasta Mauricio Macri. «Queremos que el Mercosur sea un mercado común en serio, de libre comercio, y que no beneficie solo a los industriales de San Pablo», reiteraron desde la Casa Rosada. Además, Milei pretende impulsar un acuerdo con la Unión Europea, aunque este esfuerzo está paralizado por Francia, uno de los miembros clave de la UE.
Milei se muestra más a gusto en foros políticos como la CPAC, el foro de acción conservadora que encabezará antes de viajar a Montevideo, y en eventos internacionales como el G-20, donde ha estrechado la mano de Lula da Silva por primera vez. Sin embargo, la falta de apoyo firme dentro del Mercosur y las diferencias ideológicas con otros miembros del bloque ponen en duda la sostenibilidad de esta estrategia.