No hay dudas de que LAM, el ciclo conducido por Ángel de Brito para América TV, es uno de los programas más destacados de la televisión argentina. No solo tienen toda la información sobre lo que sucede en las vidas de las figuras del mundo del espectáculo, sino que además sorprenden semana a semana con las más inesperadas primicias.
En esta oportunidad Ángel de Brito reveló a su público una renuncia inesperada: después de 30 años Sergio Lapegüe deja TN para sumarse al Grupo América. Según se conoció, fue decisión del mismo periodista y no habría vuelta atrás. Aunque el año pasado también tuvo lugar una situación similar, el comunicador decidió quedarse en el canal gracias a las mejorías que le ofrecieron en el contrato.
«Sergio Lapegüe renunció hoy a TN y al noticiero de Canal Trece después de 34 años, renuncia indeclinable. No se prende ni se apaga más la luz. De América lo habían llamado en su momento, cuando terminó La Puta Ama, estuvo por venir pero se quedó un año más, lo convencieron. Le ofrecieron más plata y un programa propio», contó.
«Ahora sí finalmente renunció y no vuelve. Va a seguir en la televisión, y es probable que esté en América, pero tiene muchas ofertas. No va a venir al noticiero de la noche. Yo ya sé lo que va a hacer pero no puedo contar todo, va a ser un programa más de show», reveló Ángel de Brito. Actualmente Sergio Lapegüe conduce Mañaneros junto a Roxy Vázquez por la pantalla de TN.
Sergio Lapegüe abrió su corazón
En un reciente posteo de Instagram, Sergio Lapegüe dejó una potente reflexión: «Imaginate esto: si tomás un sapo vivo y lo ponés en una olla con agua fría, no pasa nada, ¿verdad? Ahora, si esa olla la acercás lentamente al fuego, vas a presenciar algo muy interesante. El sapo se adapta a la temperatura del agua. Al principio, todo parece normal, el agua está fría, y el sapo está cómodo. A medida que el agua se va calentando, el sapo sigue ahí, tranquilo, ajustándose a ese aumento gradual de calor. No se da cuenta del peligro que se avecina».
«El agua comienza a llegar a temperaturas más altas, y el sapo permanece, cada vez más adaptado al calor ¿Qué pasa después? Cuando finalmente el agua hierve, el sapo, que naturalmente querría saltar para escapar, ya no tiene fuerzas. Está débil, agotado por el esfuerzo constante de adaptarse al aumento de la temperatura. Aunque desearía saltar, aunque intente escapar, no puede hacerlo. Ya es demasiado tarde», continuó.
«El sapo no sabía que lo estaban cocinando, y lo que realmente lo mató no fue el agua hirviendo, sino su incapacidad para decidir cuándo era el momento de saltar, cuándo era suficiente. Mucha gente podría pensar que fue el calor lo que acabó con el sapo, pero la realidad es que lo que lo destruyó fue esa falta de acción, esa tendencia a adaptarse, a quedarse cómodo en una situación que, poco a poco, lo estaba matando. Se adaptó tanto que, cuando se dio cuenta de que estaba en peligro, ya no tenía fuerzas para reaccionar», siguió.
«Esta metáfora no es solo sobre un sapo en una olla. Es una advertencia para todos nosotros. Cuántas veces nos encontramos en situaciones equivocadas, en relaciones abusivas o tóxicas, rodeados de amigos que nos drenan la energía, pensando que tenemos que soportar, que debemos adaptarnos. Nos acostumbramos al malestar, a la incomodidad, sin darnos cuenta de que, como el sapo, nos estamos cocinando de a poco. Y lo peor es que, si seguimos adaptándonos, corremos el riesgo de morir por dentro. Por eso te digo: en cuanto veas algo raro, algo que no está bien, no te adaptes. Saltá antes de que sea tarde. Tomá acción antes de quedarte sin fuerzas. No dejemos que nos pase lo mismo que al sapo. Saltá lo antes posible, aunque cueste, aunque al principio no parezca necesario. Solo así podés evitar que te cocinen vivo», cerró el periodista.