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POLÍTICA

Polémica en LLA: Lilia Lemoine reivindicó al autor de la cacería de brujas anticomunista en EE.UU.

La parlamentaria elogió la figura de McCarthy, ampliamente desacreditado en su propio país por sus persecuciones sin fundamento.

Lilia Lemoine

La diputada libertaria Lilia Lemoine quedó nuevamente en el centro de la polémica, al defender la reciente campaña ideológica promovida por el gobierno de Javier Milei, al elogiar al senador estadounidense Joseph McCarthy. En los años 50, McCarthy fue el líder de una célebre cacería de brujas contra supuestos infiltrados comunistas en el mundo de la política, el arte y la ciencia en Estados Unidos.

«Pero… ¿qué hizo McCarthy REALMENTE? Dijo que los comunistas habían infiltrado el gobierno, la academia y el arte. ¿Mató a alguien? No. ¿Qué hizo además de tener razón? Si se hubiera equivocado hoy alguien como Kamala Harris no sería candidata y no existiría agenda 2030», escribió Lemoine en su cuenta de X, en una clara referencia a la vicepresidenta estadounidense.

https://twitter.com/lilialemoine/status/1853251433245614262

De este modo, Lemoine exaltó a una figura ampliamente desacreditada en su propio país, reconocida como el arquitecto de una persecución ideológica que truncó carreras y afectó la vida de cientos de personas. Aunque la cruzada de McCarthy no llevó a condenas judiciales formales, sí resultó en el despido de más de 300 personas. Además, arruinó las carreras de artistas, músicos y escritores, y causó graves perjuicios basados en sospechas de espionaje prosoviético.

Lemoine también salió en defensa de la postura adoptada por el Gobierno tras el despido de la canciller Diana Mondino. En ese contexto, Milei anunció una «la auditoría del personal de carrera de la Cancillería con el objetivo de identificar a impulsores de agendas enemigas de la libertad», lo que ha sido calificado como una medida «macartista» por sus críticos.

La defensa de Lemoine

El apellido de McCarthy se convirtió en sinónimo de persecuciones y acusaciones sin fundamento. Las cuales estaban caracterizadas por violar los derechos de los acusados y prescindir de cualquier respeto por los procedimientos legales. El «macartismo» se ha convertido en un término universal para describir este tipo de actitudes.

Ante las críticas que recibió en redes, Lemoine se mostró desafiante, incluso respondiendo a un comentario que recordaba el caso de una persona que se suicidó debido a la persecución de McCarthy. La diputada respondió: «El que se suicidó fue un senador… no porque McCarthy lo acusara de comunista; era un socialista cuyo hijo fue arrestado porque en esa época era ilegal pagar por sexo homosexual». Esta afirmación de Lemoine no coincide con la realidad: el actor Philip Loeb, acusado por McCarthy, se quitó la vida en 1955 al ser incluido en una lista negra.

McCarthy tuvo un trágico final en 1957, desprestigiado y con problemas de alcoholismo. Su legado es el de un periodo de paranoia colectiva y persecución injustificada.

El contexto histórico de McCarthy

La historia de McCarthy y su cacería de brujas anticomunista se remonta a la década de 1950, en pleno auge de la Guerra Fría. Senador republicano de Wisconsin, se convirtió en figura pública al denunciar, sin pruebas contundentes, la supuesta infiltración comunista en instituciones claves de Estados Unidos. A través del Subcomité de Investigaciones Permanentes del Senado, impulsó una cruzada que marcó a una generación entera.

El macartismo se caracterizó por cuestionamientos públicos sin evidencia, donde la negativa a responder a las preguntas del senador se consideraba prueba suficiente de traición. En esa atmósfera de histeria y miedo, miles de personas fueron perseguidas, despedidas y en algunos casos encarceladas. Y cuyo único «crimen» fue el simple hecho de ser acusadas de tener simpatías comunistas.

El ascenso de McCarthy fue favorecido por el clima político de la época. Estados Unidos enfrentaba el temor de la expansión comunista tras la victoria de Mao Zedong en China y la confirmación de que la Unión Soviética tenía capacidad nuclear. En ese contexto, figuras como J. Edgar Hoover, director del FBI, apoyaron la campaña anticomunista de McCarthy, intensificando la persecución.

Sin embargo, la falta de pruebas y las acusaciones infundadas terminaron socavando la credibilidad de McCarthy. Su declive comenzó cuando decidió investigar al Ejército de Estados Unidos, una institución altamente valorada por el pueblo estadounidense. En 1954, el Senado lo censuró oficialmente, marcando el inicio de su caída en desgracia.