El gobernador bonaerense Axel Kicillof ha redoblado su ofensiva para que la provincia de Buenos Aires se haga cargo de Aerolíneas Argentinas, tras el anuncio del gobierno nacional de avanzar hacia su privatización. La propuesta ha generado críticas y escepticismo, no solo por las condiciones económicas de la empresa, sino también por el contexto de gestión deficiente en el que se encuentra inmersa la provincia que gobierna Kicillof, marcada por el endeudamiento, el déficit y un manejo cuestionado de los recursos públicos.
La administración bonaerense enfrenta serios problemas financieros. Buenos Aires, la provincia más poblada del país, sufre una crónica crisis fiscal, con altos niveles de pobreza, infraestructura deteriorada y un sistema de salud y educación colapsados. A pesar de esto, el gobernador parece decidido a agregar a su administración la responsabilidad de manejar una aerolínea que también atraviesa una situación económica crítica, con pérdidas constantes, altos niveles de endeudamiento y una dependencia absoluta de los subsidios estatales.
En un gesto que muchos califican de populista, el gobernador aseguró que Aerolíneas Argentinas genera un impacto positivo para la provincia, calculando un saldo favorable de 2.665 millones de dólares anuales y más de 81.000 empleos directos e indirectos. Sin embargo, estas cifras han sido cuestionadas por expertos, que señalan que la aerolínea opera con un déficit estructural y depende de transferencias millonarias del Estado nacional para sostener su operación.
El pasado vuelve: las conexiones políticas detrás de Aerolíneas
Kicillof, que durante la presidencia de Cristina Kirchner tuvo un rol clave en la reestatización de Aerolíneas Argentinas, ha mantenido una estrecha relación con quienes han administrado la empresa en las últimas décadas. Durante el anuncio, estuvo acompañado por Pablo Ceriani, expresidente de Aerolíneas durante el gobierno de Alberto Fernández, cuya gestión también estuvo marcada por la falta de transparencia y el uso político de la aerolínea.
La conexión entre la administración provincial y Aerolíneas no es nueva. Muchos de los responsables de la crisis financiera de la empresa han sido cercanos al kirchnerismo. Esta continuidad en el manejo cuestionable de los recursos genera dudas sobre la capacidad del gobernador para transformar la aerolínea en un proyecto sostenible, especialmente considerando el historial de déficits acumulados tanto en la provincia como en la empresa.
Críticas a una maniobra inviable
La propuesta de Kicillof no tardó en generar rechazo. Desde el gobierno nacional, el jefe de Gabinete Guillermo Francos calificó la iniciativa como «ridícula». «Una provincia que tiene déficit y se endeuda, ¿va a asumir una empresa que también tiene déficit, se endeuda y demanda fondos del Estado?», cuestionó Francos.
Expertos en economía y finanzas también señalaron que la adquisición de Aerolíneas por parte de la provincia no solo es inviable desde un punto de vista económico, sino que además podría agravar la situación financiera de Buenos Aires. «El estado de la provincia ya es crítico. Agregar la carga de una aerolínea en quiebra es una fórmula para el desastre», opinó un economista consultado.
El marco jurídico y las dificultades políticas
Aunque Kicillof argumenta que existe un marco jurídico que permitiría a la provincia asumir el control de Aerolíneas Argentinas, cualquier transferencia de este tipo requeriría la aprobación del Congreso. Esto, sumado al escepticismo de otras provincias y la oposición de parte del oficialismo nacional, convierte la propuesta en un proyecto poco probable de concretarse.
Además, el mandatario ha intentado sumar el apoyo de otros gobernadores, pero hasta ahora solo ha recibido el respaldo de La Rioja y Tierra del Fuego, jurisdicciones que enfrentan problemas económicos similares a los de Buenos Aires y que difícilmente puedan asumir la gestión de una empresa con las características de Aerolíneas.
Una estrategia política más que económica
Para muchos analistas, la propuesta de Kicillof no es más que una jugada política destinada a fortalecer su imagen ante una base de votantes fieles al discurso del «Estado presente» y la defensa de los activos nacionales. Sin embargo, la realidad financiera tanto de la provincia como de Aerolíneas pone en duda la viabilidad de este proyecto y, en última instancia, deja entrever que se trata más de un intento por ganar protagonismo que de una solución seria para los problemas estructurales de la aerolínea.
Con una provincia asfixiada por la falta de recursos, altos niveles de pobreza y una gestión marcada por el déficit, la propuesta de Kicillof de hacerse cargo de Aerolíneas Argentinas aparece como una medida demagógica que solo profundizaría los problemas financieros de Buenos Aires. Si bien el gobernador busca proyectarse como defensor de los bienes públicos, su historial y el de su espacio político en la gestión de la aerolínea generan más dudas que certezas sobre su capacidad para sacar adelante un proyecto de esta envergadura.