El 2024 será recordado como un año singular para la economía argentina. Bajo la gestión de Javier Milei, el peso argentino experimentó una notable apreciación, posicionándose como la moneda más fortalecida del mundo, con un aumento del 44,2% frente a una canasta de monedas ajustadas por inflación, según un informe del Financial Times (FT). Esta situación, que refleja la estrategia monetaria del gobierno, ha traído tanto beneficios inmediatos como riesgos considerables para la economía.
Mientras algunos sectores celebran la estabilidad que ofrece un peso fuerte, otros advierten que podría comprometer la competitividad del país en el largo plazo, especialmente en sus exportaciones.
Beneficios inmediatos para los consumidores
El fortalecimiento del peso generó un impacto directo en el bolsillo de los argentinos. Los salarios promedio registrados casi se duplicaron en dólares durante 2024, alcanzando los u$s990 mensuales en octubre, según datos citados por el FT. Este aumento de poder adquisitivo permitió un mayor acceso a bienes importados y facilitó los viajes al exterior, alimentando una percepción de estabilidad económica.
En paralelo, la brecha cambiaria, que llegó a superar el 200% en diciembre de 2023, se redujo significativamente a menos del 20% hacia el final de 2024. Políticas como la flexibilización para que los exportadores liquiden parte de sus ingresos en el mercado paralelo fueron claves para reforzar la confianza en el esquema cambiario del gobierno.
Además, sectores estratégicos como las exportaciones agrícolas lograron mantener su desempeño histórico, destacándose como un pilar en medio de este nuevo panorama económico. Según Ezequiel de Freijo, economista jefe de la Sociedad Rural Argentina, este contexto responde a la intención del gobierno de proyectar una imagen de estabilidad económica sostenida.
La pérdida de competitividad: un riesgo latente
Sin embargo, los beneficios del «super peso» vienen acompañados de costos importantes. Un peso fuerte encarece los productos argentinos en dólares, afectando la competitividad de sectores exportadores clave. Según el Financial Times, empresas como Ternium han advertido que los costos laborales en Argentina son un 60% superiores a los de Brasil, lo que representa un obstáculo significativo para competir en mercados internacionales.
La depreciación del real brasileño, moneda de Argentina con su principal socio comercial, suma presión a esta ecuación. Ramiro Blázquez, jefe de investigación de BancTrust, alertó que una mayor apreciación del peso o un choque externo, como un incremento de aranceles en Estados Unidos o una rápida devaluación del real, podría disparar la demanda de dólares baratos y elevar el riesgo de una devaluación abrupta.
El Banco Central y las reformas estructurales
La política monetaria del Banco Central de la República Argentina (BCRA) enfrenta una situación compleja. Mantener un tipo de cambio estable ha requerido un uso intensivo de reservas internacionales, lo que, según el FT, destaca la necesidad de reconstruir estas reservas para garantizar la sostenibilidad a largo plazo. El gobierno apuesta a un auge en las exportaciones de litio, petróleo y gas como vía para compensar esta pérdida.
Además, Milei ha prometido la unificación del mercado cambiario y la eliminación total del cepo hacia fines de 2025. Aunque estas medidas tienen el potencial de fortalecer la confianza del mercado, también representan un desafío significativo si no se consolidan las reformas fiscales y económicas necesarias.
Un futuro lleno de oportunidades y riesgos
El gobierno confía en que sectores como la minería y la energía compensen los desafíos de un peso fuerte. Sin embargo, analistas como Martín Rapetti advierten que estos ingresos podrían no ser suficientes para equilibrar la balanza comercial, especialmente si no se logra una mejora sustancial en la productividad.
El Financial Times enfatiza que el mayor desafío llegará cuando el peso comience a flotar libremente tras la eliminación del cepo. En ese momento, la política cambiaria enfrentará presiones internas y externas que podrían desencadenar una crisis si no se gestionan con extremo cuidado.
La sostenibilidad del «super peso» depende, en última instancia, de la capacidad del gobierno para implementar reformas estructurales profundas, garantizar un entorno macroeconómico estable y mantener la confianza del mercado.