La bodega Tapiz propone una atrevida oportunidad para todos los aficionados al vino: se trata de la ocasión de sumergirse y bucear para seleccionar la bebida de su preferencia, constituyéndose así como la primera bodega submarina del país. Esta bodega visionaria se encuentra radicada en el marco del Área Natural Protegida Bahía San Antonio. Es allí donde las primeras botellas de vino se introdujeron en el agua en septiembre del año 2019.
Los primeros ejemplares de vino se recuperaron en el mes de junio de 2020, constituyendo, de ese modo, de una forma nueva del proceso de añejamiento. La bodega submarina se diseñó especialmente para contribuir con la reducción en el impacto ambiental. Asimismo, la bodega submarina Tapiz da albergue a unas 300 botellas del vino Malbec Wapisa, originarias de viñedos ubicados en la región de San Javier, en la provincia de Río Negro.
Entre las ventajas que ofrece el agua salada del mar para la vinificación es que la salinidad acelera el proceso de añejamiento. De ese modo, se consigue que al vino se le concedan características únicas. De acuerdo con los especialistas, esta técnica consigue triplicar el tiempo de añejamiento en razón de factores tales como la baja temperatura del mar, la presión y la luminosidad, considerando que se encuentra entre seis y 12 metros de profundidad. Condiciones como las descritas contribuyen a que el vino intensifique sus aromas y que, en contraste, los sabores resulten más delicados.
La bodega del mar
La bodega submarina se encuentra radicada en la costa sur de Viedma, en San Javier, Provincia de Río Negro. Está rodeada por120 hectáreas, de las cuales apenas 60 se encuentran en producción. Su capacidad total es de 300.000 litros en tanques pequeños a medianos de acero inoxidable. El clima y suelo particulares de la región y la cercanía al mar, dan como resultado vinos con características propias, especiados y frescos.
Puntualmente, las viñas del mar producen las variedades Pinot Noir, Malbec, Cabernet Sauvignon y Sauvignon Blanc. Etimológicamente hablando, el nombre «Wapisa» se traduce como «ballena» y proviene de lenguas originarias de la Patagonia. Por supuesto, las ballenas atraviesan el mar y pueden avistarse en cercanías de la bodega durante la primavera.
El origen de la propuesta
De acuerdo con la creencia popular, tres años de envejecimiento en una bodega son equivalentes a solamente un año bajo el agua. Con el afán de comprobar o desmentir dicha creencia, en el año 2019 dio inicio un proyecto de investigación radicado frente a las costas de la provincia de Río Negro, ubicada al en el extremo sur del Océano Atlántico. En colaboración con la Universidad Comahue de Patagonia, dio inicio el estudio de los efectos de la temperatura, la luz, la presión y los movimientos marítimos a distintas profundidades y de qué manera impactaban en el envejecimiento y la evolución del vino.
En un primer momento, fue preciso asegurarse de que no se produjera ningún tipo de contaminación cruzada. Ello implicó un trabajo mancomunado con una agencia ambiental local para garantizar un cuidado sensible con el ecosistema submarino. El vino se protege mediante el empleo de jaulas de acero inoxidable y tapones de cera especialmente diseñado para los corchos. Asimismo, como parte muestra de aprecio por la fauna, flora y el ecosistema en su totalidad de aquella región, se establecieron acuerdos con la California Coastal Alliance, una ONG estadounidense, procedente del estado de California, que estudia y guarda de las ballenas en las costas patagónicas argentinas.
En agosto del año 2020 se organizó una exclusiva cata de las primeras botellas de Wapisa Malbec 2017 con el equipo técnico de la empresa. A decir verdad, el progreso del vino superó todas las expectativas. En efecto, luego de ocho meses bajo el mar, el vino dio cuenta de una notable complejidad en términos de aromas y sabor. En paralelo, cuenta con una notable expresión frutal en contraste con los vinos testigos que se añejaron en cava. Se trata en efecto, de un vino sabroso y maduro, con un final más prolongado respecto a sus primos.
Como si fuera poco, este proyecto inspiró tanto a los consumidores ya la comunidad investigadora, como así también a la comunidad local de buceo y, por supuesto, a las agencias regionales de turismo. Se trata de un trabajo a conciencia que consigue impactar de manera positiva en la economía de la zona.