El expresidente Mauricio Macri enfrenta uno de los momentos más críticos de su carrera política. Desde su refugio en Cumelén, en la Patagonia, observa cómo las tensiones internas y externas se acumulan, poniendo en jaque la unidad del PRO y su capacidad de influencia nacional. La presión de Javier Milei, con un ultimátum contundente —»o vamos juntos en todo o vamos separados»—, y los alarmantes números de una encuesta reciente de Aresco, que sitúan al PRO con apenas un 7% de intención de voto en un escenario fragmentado, exponen la fragilidad del partido que alguna vez lideró con autoridad.
El mensaje de Milei no deja espacio para ambigüedades. En una entrevista con Forbes Argentina, el presidente fue categórico al descartar acuerdos parciales: “O vamos juntos en todo o vamos separados. Trampas al electorado, no”. La declaración aceleró movimientos en el tablero político. Luis Juez, senador por Córdoba, ya anunció su alineación con La Libertad Avanza sin condiciones, consolidando el liderazgo de Milei en el armado de listas conjuntas.
Por otro lado, figuras como Rogelio Frigerio, gobernador de Entre Ríos, e Ignacio Torres, gobernador de Chubut, dejaron en claro que negociarán acuerdos electorales de manera autónoma, priorizando intereses provinciales sobre directrices nacionales, lo que debilita aún más la centralidad de Macri.
Una encuesta preocupante
El estudio de Aresco, liderado por Federico Aurelio, es un golpe duro para el PRO. En un escenario en el que Milei y el PRO compiten como aliados, lograrían entre el 46,8% y el 51,8% de intención de voto, superando al peronismo, que oscila entre el 33% y el 35,5%. Sin embargo, si el PRO compite en solitario, su representación cae drásticamente al 6,4%-7%, dejando claro que la supervivencia política del espacio depende de una alianza con Milei.
Aurelio que estos porcentajes reflejan un panorama nacional, pero en distritos clave como la provincia y la ciudad de Buenos Aires, donde el PRO tiene mayor fortaleza, los números varían. Sin embargo, los bajos índices nacionales revelan el deterioro de la influencia del partido a nivel país.
La tensión interna del PRO
La presión externa de Milei no es el único problema de Macri. Dentro del PRO, las fisuras son cada vez más evidentes. Dirigentes como Laura Rodríguez Machado y Guadalupe Tagliaferro cuestionaron las prioridades de Macri, acusándolo de concentrarse demasiado en la Ciudad de Buenos Aires y descuidar el proyecto nacional del partido.
“Nos estamos convirtiendo otra vez en un partido porteño. Por momentos me dan ganas de dejar la política”, confesó un dirigente cercano a Macri, reflejando la frustración dentro del espacio.
El descontento también alcanza a sectores que no están alineados con Patricia Bullrich, quien se posiciona como una de las líderes más valoradas dentro del gobierno de Milei y cuyo peso político contrasta con la percepción de declive de Macri.
Un futuro incierto
El ultimátum de Milei, las divisiones internas y la pérdida de apoyo popular colocan a Macri en una encrucijada. Por un lado, la alianza con La Libertad Avanza parece ser la única forma de mantener relevancia política, aunque implique ceder protagonismo. Por otro, la fragmentación del PRO y la percepción de un liderazgo desconectado amenazan con relegarlo a un rol secundario en la política nacional.