El Senado de la Nación podría sumirse en un nuevo escándalo en los próximos días, esta vez no por presuntos actos de corrupción como el caso que involucra al exsenador Edgardo Kueider, sino por la posible duplicación de las dietas de los legisladores, que podrían pasar de 4,5 millones a más de 9 millones de pesos.
El origen de esta polémica se remonta a abril pasado, cuando una mayoría considerable de senadores aprobó, sin debate y a mano alzada, un proyecto que vinculó las dietas legislativas con las paritarias de los trabajadores del Congreso. Esta decisión, que buscaba actualizar los módulos salariales, estableció que cualquier ajuste en los salarios del personal legislativo se replicaría automáticamente en las dietas de los senadores. Sin embargo, la medida fue suspendida en agosto bajo la resolución 27/24, que mantuvo el congelamiento de las dietas hasta el 31 de diciembre.
Posturas divididas en el Senado
El presidente del bloque PRO, Luis Juez, criticó duramente el mecanismo que permitió el aumento de las dietas. “El vergonzoso e inexplicable mecanismo adoptado en el anterior aumento de dietas nos impide de cualquier manera ser acreedores de cualquier reajuste”, declaró Juez en diálogo con NA.
Mientras tanto, fuentes del bloque libertario, liderado por Ezequiel Atauche, y de la UCR, presidido por Eduardo Vischi, indicaron que no han tomado acciones para prolongar la vigencia de la resolución que congela las dietas. Esto deja abierta la posibilidad de que, si no se renueva la medida, los legisladores reciban un aumento salarial automático a partir de enero, reflejado en los pagos de febrero.
Victoria Villarruel intenta frenar el aumento
La vicepresidenta del Senado, Victoria Villarruel, intentó incluir el debate sobre el congelamiento de las dietas en la sesión del jueves pasado, en medio de las discusiones por el futuro de Kueider, pero su propuesta no prosperó. En declaraciones posteriores, Villarruel afirmó: “Solicité que se tratara el congelamiento de las dietas de los senadores, porque a partir del primero de enero se comienzan a actualizar automáticamente. Espero que los senadores lo aborden”.
Villarruel también subrayó que su rol es facilitar el debate, pero no tomar decisiones al respecto. “Yo no soy senadora, solo facilito las condiciones para el tratamiento de este tema. Entendiendo el esfuerzo que está haciendo la población, creo que debemos estar a la altura y, por eso, las dietas deben permanecer congeladas”, agregó.
El trasfondo político
La tensión en el Senado no solo gira en torno a las dietas, sino también a las complejas relaciones internas. Villarruel busca evitar un nuevo conflicto político con la Casa Rosada y el presidente Javier Milei, quien recientemente calificó como “inválida” la sesión en la que se destituyó a Kueider. Además, los despidos masivos en octubre y la falta de consenso en temas clave han dejado a la vicepresidenta en una posición delicada.
De no renovarse el congelamiento de las dietas, el Senado enfrentará un nuevo foco de críticas en un contexto de creciente malestar social por la situación económica del país. Mientras tanto, los ojos están puestos en las próximas semanas, cuando los legisladores decidirán si priorizan la austeridad o permiten que las dietas se ajusten automáticamente, alimentando aún más la desconfianza hacia la clase política.