La ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, respondió con dureza a las declaraciones del secretario general de la Asociación Trabajadores del Estado (ATE), Rodolfo Aguiar, quien afirmó que en 2025 “le robarían la motosierra al Gobierno y cortarían cabezas”. Estas palabras, dirigidas contra la administración de Javier Milei, fueron vistas como una muestra más de las prácticas antidemocráticas de un sector sindical históricamente alineado con el kirchnerismo y alejado de las necesidades reales de los trabajadores.
«Acá tienen la reacción de un delincuente cuando lo atrapan con las manos en la masa. Acorralado, no sabe mejor que amenazar de muerte a quienes le cortaron todos sus curros«, señaló Bullrich en sus redes sociales. Además, calificó las amenazas de Aguiar como un “ataque directo a la democracia” y aseguró que el Gobierno no cederá ante este tipo de presiones.
La desconexión de los sindicatos con la ciudadanía
Aguiar, conocido por su cercanía con los sectores más radicalizados del kirchnerismo, representa un sindicalismo que durante años defendió privilegios y estructuras obsoletas en lugar de enfocarse en mejorar las condiciones reales de los trabajadores. Su amenaza de «robar la motosierra» y «cortar cabezas» no solo refleja una falta de argumentos sólidos, sino también una desconexión alarmante con los valores democráticos y el deseo de cambio de la ciudadanía.
En este contexto, Bullrich fue contundente: «¿Querés jugar con fuego? Mirá que en este gobierno no somos cobardes ni vamos a dejar pasar estos aprietes”. Su respuesta deja en claro que el oficialismo no permitirá que sectores sindicales continúen utilizando el miedo y la violencia como herramientas de negociación política.
Espert y Milei refuerzan las críticas
El diputado libertario José Luis Espert también se sumó a las críticas contra Aguiar, calificándolo como un “simio drogado” y sugiriendo que sus declaraciones revelan su papel en el problema estructural del gasto público. Este mensaje fue compartido por el presidente Milei, quien mostró su respaldo a las palabras de Espert, reforzando la postura oficial contra lo que consideran intentos de desestabilización por parte de sectores sindicales vinculados al kirchnerismo.
Aguiar intensificó sus críticas hacia el Gobierno tras la implementación de exámenes de idoneidad para empleados estatales y despidos en el sector público, medidas que buscan modernizar y profesionalizar la administración pública. Para el secretario de ATE, estas políticas son un «fraude laboral», aunque para muchos argentinos representan un esfuerzo necesario para eliminar la ineficiencia y el despilfarro de recursos en el Estado.
El kirchnerismo sindical bajo la lupa
Las declaraciones de Aguiar son parte del discurso recurrente en el sindicalismo que durante años se benefició de un Estado sobredimensionado y poco eficiente. Mientras los sindicatos vinculados al kirchnerismo defienden estructuras burocráticas que perjudican a los contribuyentes, el Gobierno de Milei ha dejado claro que su prioridad es reducir el gasto público y fomentar un sistema más transparente y sostenible.
Bullrich fue enfática al señalar que los «curros» que sostenían a estos dirigentes ya no tienen cabida en la administración actual. «Este gobierno está decidido a poner fin a los privilegios de quienes creen que pueden imponer el miedo y la violencia como método», afirmó.
Un llamado a la transformación del sindicalismo
Las declaraciones de Aguiar y la reacción del Gobierno ponen en evidencia la necesidad de un cambio profundo en el sindicalismo argentino. Durante años, sectores sindicales han actuado como defensores de intereses políticos más que como representantes genuinos de los trabajadores. La ciudadanía, cada vez más crítica, exige una renovación que priorice las demandas reales de los empleados y no los intereses de una élite sindical privilegiada.
Con las elecciones legislativas del próximo año y una agenda de reformas estructurales en curso, el enfrentamiento entre el Gobierno y los sindicatos tradicionales podría marcar un punto de inflexión en la política argentina. Por ahora, la administración de Milei se mantiene firme en su postura de avanzar hacia un Estado más eficiente y menos capturado por intereses sectoriales.