César Arakaki, militante del Partido Obrero y actor, fue condenado a 3 años de prisión efectiva por la Cámara Federal de Casación Penal debido a su participación en los ataques registrados a efectivos de la Policía de la Ciudad frente al Congreso durante la manifestación contra la reforma previsional en diciembre de 2017.
El fallo de la Sala I del tribunal, que redujo la pena inicial pero ordenó su cumplimiento efectivo, implica que Arakaki deberá cumplir su condena en prisión. Este caso es una de las múltiples derivaciones judiciales de aquella jornada de protestas y enfrentamientos con la Policía de la Ciudad, mientras el gobierno de Mauricio Macri impulsaba una reforma jubilatoria.
Los hechos ocurrieron el 18 de diciembre de 2017, cuando miles de personas, incluyendo partidos políticos y organizaciones de derechos humanos, se movilizaron en la Plaza de los Dos Congresos para expresar su rechazo a la reforma previsional. Durante la protesta, se produjeron violentos enfrentamientos entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad.
La Justicia condenó a Arakaki después de 7 años de los incidentes en el Congreso
Imágenes registradas por cámaras de seguridad y medios de comunicación fueron clave para identificar a los involucrados. En las grabaciones, Arakaki fue señalado por atacar a un agente de la Policía con un arma casera, lo que derivó en el inicio de un proceso judicial en su contra.
El tribunal evaluó los cargos presentados y concluyó que las acciones de Arakaki ameritaban una pena efectiva, destacando la gravedad de los actos cometidos en el marco de una manifestación que terminó con múltiples heridos y detenidos.
La condena de Arakaki reaviva el debate sobre la criminalización de la protesta social y el uso de la violencia en manifestaciones. Mientras algunos sectores defienden el fallo como un mensaje contra el uso de la violencia, otros lo consideran un ataque a la libertad de expresión y la protesta legítima.
El caso también pone nuevamente en foco a otros actores de los incidentes de 2017, incluyendo a Sebastián Romero, conocido como el «Gordo Mortero», quien también fue procesado por su participación en los enfrentamientos y se convirtió en un símbolo controvertido de aquella jornada.