La Plaza de Mayo, habitualmente centro de movilizaciones y protestas en estas fechas, muestra un panorama inusualmente tranquilo desde el 20 de diciembre. Turistas pasean frente a monumentos sin ser perturbados por las agrupaciones de izquierda. Esta calma no solo se reflejaba en el centro porteño, sino también en el conurbano bonaerense, donde años anteriores estas jornadas habían sido sinónimo de disturbios y tensión social. Una navidad atípica para los argentinos, normal para el resto del mundo y que quizás se convierta en algo corriente para el futuro. El primer regalo del árbol de Navidad de la gestión de Javier Milei.
Un funcionario de la Casa Rosada expresó su asombro ante la tranquilidad: «¿Te das cuenta de que es 20 de diciembre y no está pasando nada? Otros años esto era una caldera». El panorama evidencia un cambio de época. La sociedad, golpeada por años de crisis económica, parece enfocarse en la necesidad de llegar a fin de mes en lugar de participar en enfrentamientos sociales.
Factores detrás de la calma social
El Gobierno de Milei implementó una estrategia múltiple que incluyó un protocolo antipiquetes y la eliminación de intermediarios en la distribución de planes sociales, lo que debilitó la capacidad de movilización de los movimientos sociales. Además, la fragmentación del peronismo y el constante aumento en las partidas de asistencia alimentaria contribuyeron a evitar situaciones de conflicto.
Sin embargo, el factor más determinante ha sido la reducción sostenida de la inflación. Según el Indec, la pobreza descendió del 52,9% al 38,9% en los últimos meses. Si bien este dato refleja una mejora estadística y una recuperación parcial del poder adquisitivo, el problema estructural persiste. Como señaló Agustín Salvia, del Observatorio de la Deuda Social de la UCA: «Tenemos menos pobres que hace seis meses, pero una cantidad igual que hace un año. Además, los actuales pobres son más pobres y más dependientes de los programas sociales».
Cierre tranquilo para un 2024 lleno de terremotos
El Gobierno también actuó con rapidez para estabilizar el dólar, interviniendo en las cotizaciones financieras con más de 200 millones de dólares. Esta medida, respaldada por Santiago Caputo y avalada por Milei, buscó garantizar un cierre de año tranquilo, evitando que la fluctuación cambiaria generara incertidumbre social. Además, el anuncio de una menor devaluación del dólar oficial al 1% mensual, condicionado a la baja inflacionaria, refuerza la estrategia de anclar expectativas económicas.
Las preocupaciones externas, como las turbulencias en Brasil y la caída de los precios de commodities como la soja, no parecen desviar al Gobierno de su optimismo sobre la recuperación económica. La disciplina fiscal y la expectativa de un acuerdo con el FMI en marzo, que podría implicar un desembolso de entre 10.000 y 15.000 millones de dólares, son pilares de la confianza oficialista.
El desafío de construir un partido consolidado
En el ámbito político, Milei mantiene su estrategia de autonomía, evitando alianzas formales con otros partidos. Esto implica un desafío significativo para transformar a La Libertad Avanza en una fuerza política sólida, capaz de sostener al Presidente más allá de su figura personal. La creación de una estructura partidaria nacional bajo el liderazgo de Karina Milei marca un paso en esa dirección, aunque aún persisten tensiones internas entre sectores más ideológicos y otros de orientación pragmática.
El Gobierno también busca reforzar la marca de La Libertad Avanza como un símbolo de cambio. Según una encuesta de Poliarquía, el 48% de los argentinos votarían por candidatos respaldados por Milei, lo que muestra una transferencia significativa de apoyo hacia la fuerza libertaria.
Hacia un 2025 crucial para los libertarios
El primer año de gestión de Milei ha sido visto como una respuesta a la frustración acumulada por décadas de descontento con las élites políticas tradicionales. Sin embargo, el desafío para el oficialismo será mantener esta percepción positiva mientras avanza en la implementación de su agenda política y económica. Si logra consolidar su rol como alternativa frente al pasado, el camino hacia 2025 podría estar despejado. De lo contrario, el foco se desplazará hacia el desempeño de su gestión, poniendo en juego su continuidad como fuerza dominante.
Por ahora, esta Navidad tranquila parece ser un testimonio del cambio que muchos argentinos esperaban, marcando un contraste con los conflictos que caracterizaron años anteriores. El desafío será convertir esta calma en una norma, más que en una excepción.