En diciembre, los precios de los agroalimentos se multiplicaron por 3,9 desde lo que recibe el productor en el campo hasta lo que paga el consumidor final en la góndola. Esto significa que por cada $100 que obtuvo el productor, el consumidor abonó por lo mismo $390 en un supermercados.
La participación del productor en el precio final promedio fue del 21%, una caída del 11,4% en comparación con noviembre. Los productores de pollo tuvieron la mayor participación (54,6%), mientras que los de zanahoria obtuvieron solo el 9,8%. Este fenómeno afecta tanto a los productores como a los consumidores finales, generando un impacto significativo en la economía familiar y en la rentabilidad del sector agropecuario. Los datos los brindó la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME).
Las razones detrás de la disparidad
El aumento en los costos de producción, sumado a la apertura de importaciones, ha dejado en desventaja a las economías regionales. Por ejemplo, frutas como naranjas y limones provenientes de España y Egipto han ingresado al mercado, ofreciendo precios más bajos que los de los productores locales. Sin embargo, estos costos reducidos no se reflejan en el precio que paga el consumidor, incrementando la brecha.
Entre los productos con mayores diferencias de precios se encuentran la zanahoria (10,2 veces), la naranja (9,6 veces) y el tomate redondo (8,8 veces). En el caso de la zanahoria, el precio en origen cayó un 43% por exceso de oferta, pero en destino solo disminuyó un 6,9%, dejando al productor en una situación crítica.
La llegada de naranjas importadas también influyó en los precios. Mientras los productores locales recibieron un 18,9% menos, los consumidores vieron un leve aumento del 1,7%. Este desbalance perjudica a los productores nacionales, que enfrentan costos de insumos y logística mucho más elevados que sus competidores extranjeros.
Productos de origen animal
En los productos de origen animal, como carne, leche y huevos, los precios se multiplicaron por 2,9 veces, lo que significa que el consumidor paga casi tres veces más de lo que recibe el productor. Aunque esta brecha es menor que en los productos frutihortícolas, sigue siendo considerable.
Esta disparidad no solo impacta a los productores, sino también a los consumidores, quienes deben afrontar precios cada vez más elevados en un contexto de inflación creciente. Esto pone en riesgo el acceso a alimentos básicos y afecta la economía de los hogares.
La falta de políticas que equilibren los costos de producción, importación y comercialización sigue siendo un desafío para el sector agropecuario. Mientras tanto, tanto productores como consumidores padecen las consecuencias de una brecha que no parece reducirse en el corto plazo.