La producción de acero en Argentina registró una caída del 26% en 2024, según datos de la Cámara Argentina del Acero (CAA). Durante diciembre, la producción de acero crudo alcanzó 256.300 toneladas, lo que representa un descenso del 24,3% en comparación con noviembre y un 23,1% menos que el mismo mes de 2023.
El sector atribuye esta baja a paradas de mantenimiento, ajustes de stock y una demanda deprimida. Sin embargo, para 2025 se proyecta una recuperación impulsada por el crecimiento del sector energético, aunque persisten desafíos estructurales que limitan la competitividad de la industria.
Impacto de los costos y la competencia desleal
La CAA destacó que los costos locales en dólares, junto con los impuestos distorsivos como Ingresos Brutos y tasas municipales, afectan negativamente a la cadena sidero-metalúrgica. A esto se suma la competencia desleal de productos importados desde economías que no operan bajo condiciones de mercado, lo que representa un obstáculo para el desarrollo del sector.
En este contexto, el sector enfatizó su compromiso con la sostenibilidad, destacando las inversiones en energías renovables para avanzar hacia la descarbonización de los procesos productivos. Aunque se espera una mayor demanda en 2025, los niveles seguirían por debajo de los alcanzados en 2023.
Retroceso en toda la metalurgia
Según un informe de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (ADIMRA), la actividad metalúrgica cayó un 12,1% en 2024. Todos los rubros registraron bajas en comparación con el año anterior.
Entre los sectores menos afectados estuvieron la maquinaria agrícola (-6,4%) y las carrocerías y remolques (-7,6%). Sin embargo, los fabricantes de autopartes (-11,7%), equipos eléctricos (-11,8%) y bienes de capital (-13%) sufrieron caídas cercanas al promedio general. Los rubros más golpeados fueron fundición (-17,7%) y otros productos de metal (-14%).
Proyecciones para el sector acero
A pesar de los desafíos, las perspectivas para 2025 son moderadamente optimistas. Los especialistas confían en que la demanda energética será un motor clave para la recuperación de la industria siderúrgica, mientras se trabaja en superar los problemas estructurales que afectan la competitividad del sector.
Con esta visión, el sector apuesta a un año de mayor estabilidad y crecimiento sostenido, acompañado por la implementación de políticas que promuevan condiciones más favorables para la producción y la exportación.
