El presidente Nicolás Maduro asumió este viernes un nuevo mandato en Venezuela, en un clima marcado por graves cuestionamientos a su legitimidad, tanto por parte de la oposición como de la comunidad internacional. A pesar de la ceremonia oficial en Caracas, la jornada estuvo signada por la incertidumbre y el aumento de la tensión política en el país.
Denuncias de fraude y oposición desafiante
El líder opositor Edmundo González Urrutia, quien asegura haber vencido a Maduro en las elecciones del pasado 28 de julio, reiteró su intención de regresar al país para asumir lo que considera su mandato legítimo. “Tenemos el 85% de las actas electorales que certifican nuestra victoria”, declaró González Urrutia, quien calificó el proceso liderado por el chavismo como un fraude.
La postura de González Urrutia ha ganado respaldo internacional, con varios gobiernos y organismos que desconocen la reelección de Maduro y apoyan al dirigente opositor como presidente legítimo. Sin embargo, el régimen chavista se mantiene firme en su posición, rechazando cualquier acusación y calificando las denuncias como parte de una campaña internacional para desestabilizar al país.
Secuestro y escalada de tensiones
El panorama se volvió aún más tenso el jueves, cuando la dirigente opositora María Corina Machado denunció haber sido secuestrada durante una hora por presuntos agentes vinculados al régimen. “Este acto de intimidación no logrará amedrentarnos. Seguiremos luchando por la democracia y la libertad en Venezuela”, afirmó Machado en un comunicado difundido por redes sociales.
Este incidente incrementó las críticas hacia el gobierno de Maduro, que ha sido señalado por organismos internacionales de Derechos Humanos por su presunto uso sistemático de la represión contra opositores políticos.
Respaldo internacional dividido
La toma de posesión de Maduro fue acompañada por delegaciones de aliados tradicionales como Cuba, Nicaragua, Rusia y China, mientras que gran parte de las democracias occidentales y latinoamericanas desconocieron la legitimidad de su nuevo mandato.
En contraste, el líder opositor González Urrutia continúa sumando apoyos internacionales. La Unión Europea, Estados Unidos, Canadá y varios países de América Latina han manifestado su respaldo a las denuncias de fraude y llaman a la celebración de elecciones libres y transparentes.
Un país dividido y en crisis
Mientras tanto, la sociedad venezolana permanece profundamente polarizada. Parte de la población asistió a las celebraciones organizadas por el oficialismo, mientras que otros sectores, descontentos con la situación política y económica, participaron en manifestaciones contra el gobierno.
Con dos figuras que se disputan la presidencia y una comunidad internacional dividida, Venezuela enfrenta un panorama incierto. La posibilidad de nuevas movilizaciones y medidas de presión contra el régimen augura semanas cruciales para el futuro del país.
