En la industria del vino, las tendencias fluctúan con el paso del tiempo, pero uno de los cambios más significativos en los últimos diez años probablemente fuera el auge de la popularidad de los vinos Rosé. Tal es así que las ventas de vinos Rosé en Francia consiguieron opacar incluso las ventas de vino Blanco, principalmente en razón de su popularidad entre los consumidores más jóvenes. Más allá de su primoroso sabor y de su precio más económico, los aficionados al vino más jóvenes acudieron en conjunto al Rosé en parte para diferenciarse de la generación anterior que prefiere seguir con los vinos tintos y blancos a los que están acostumbrados.
Por supuesto, también es cierto que la juventud tiende a gravitar hacia cosas que sus progenitores consideran poco interesantes. De ese modo, naturalmente, la variedad Rosé supuso una excelente alternativa frente a los tradicionales vinos tintos y blancos que prefieren las generaciones mayores. Beber un vino rosado ya no se considera demodé, sino todo lo contrario. Así, el acto de contribuir con una buena botella de vino Rosé a una fiesta, o beber un refrescante vaso durante los inclementes calores del verano, puede ser una maravillosa idea.
Qué es el Rosé y de qué manera se elabora
De hecho, el vino rosado en sí se produce de manera muy similar a la manera en que se elabora el vino tinto, solo que las pieles de las uvas tintas se remueven previamente durante el proceso de fermentación. La realidad es que no existen las uvas rosadas, de modo que el tono característico del Rosé procede de uvas tintas que están en contacto con la mezcla de vino durante un tiempo menor que el vino tinto.
En ocasiones, el vino rosado puede prepararse añadiendo algo de vino tinto a un tonel de blanco para concederle ese matiz rosado, aunque generalmente prácticas semejantes son vistas con desdén por parte de la comunidad vitivinícola.
Los vinos Rosé pueden venir en diferentes varietales, pero siempre es la remoción de las uvas del jugo en una etapa más temprana del proceso lo que conduce a un color y sabor diferentes. Fuera de eso, el proceso general de elaboración del vino rosado no difiere demasiado al de la elaboración de vino tinto.
Orígenes y popularidad
El nacimiento del vino rosado se remonta a la antigua Grecia y Massalia (la moderna Marsella), donde algunos de los primeros vinos que se registraron consistían en versiones diluidas de mezclas de vinos tintos y blancos. Aún más, se consideraba una práctica barbárica el beber vino tinto solo, sin diluir en absoluto. No obstante, es evidente que las costumbres y los gustos cambiaron, de modo que los vinos tintos y blancos fueron ganando popularidad a lo largo de los años, mientras que el rosado quedó en el olvido, hasta hace relativamente poco.
Dado que muchos integrantes de las generaciones más jóvenes se alejaron de las cervezas industriales y buscaron algo con mayor sabor, garbo y atractivo, los vinos Rosé supusieron una opción natural para esta nueva generación de bebedores. El consumo de vino en sí mismo ha ganado popularidad a lo largo de los años, y el sabor ligero y refrescante del vino rosado atrajo tanto a los consumidores más jóvenes como a aquellos que no acostumbraban a tomar vino.
Hacia el año 2014, los vinos Rosé comenzaron una etapa de resurgimiento en Estados Unidos. Las regiones vinícolas de California habían notado una afluencia de personas que consultaban y buscaban vinos Rosé y las cadenas minoristas del país se dieron cuenta. Estas cadenas, entonces, comenzaron a impulsar el vino y a comercializarlo como una nueva modalidad de beber vino para los jóvenes. Y funcionó.
Los consumidores de vino menos informados sabían que podían simplemente entrar a una tienda y elegir un Rosé sin tener que preocuparse de si acaso lo disfrutarían, ya que los perfiles de sabor son muy similares entre sí y hay menos preocupación sobre qué variedad elegir, o qué añadas. puede gustarles o no.