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VIDA Y ESTILO

Absenta, mitos y verdades sobre la bebida que alucinó a los artistas

Es una bebida que se hizo popular sobre todo en aquellos bares frecuentados por la bohemia parisina, ávida de explorar nuevos sabores y sensaciones.

Absenta

(Por Carolina Mena Saravia para El Intransigente).- La absenta, también conocida como “hada verde”, cautivó a artistas en el París de fines del siglo XIX y principios del XX. El mito es tan subyugante como su mote, y muchos la señalan como la razón de las genialidades de pintores y escritores, chispazos que venían también seguidas de excesos. 

Estos excesos fueron básicamente lo que desencadenaron la controversia que culminó en su prohibición. Mientras tanto la fiebre de la absenta cundió por los ámbitos bohemios, inspirando obras de arte memorables. Edgar Degas, Pablo Picasso, Viktor Oliva, Oscar Wilde, Charles Baudelaire, Paul Verlaine, Arthur Rimbaud, Paul Verlaine y Alfred Jarry son algunos de los nombres que coquetearon con ella. 

¿Cómo fue que la absenta se hizo popular? Su color verde y la forma en que se la preparaba la llevó a formar parte de la carta de bares y restaurantes, sobre todo aquellos frecuentados por la bohemia parisina, ávida de explorar nuevos sabores y sensaciones. Y para ello, nada mejor que esta bebida de elevada graduación alcohólica.

El alma de hierbas, clave para el sabor

Su composición está integrada principalmente por ajenjo, anís e hinojo. Con sabor amargo y aroma anisado, su graduación alcohólica oscila entre el 45% y el 74%, aunque la absenta más tradicional suele variar entre 55% y 65%. Esta es la razón por la que se la reduce agregándole agua, que modifica su color, dándole el efecto “louche”, que se traduce como ‘opaco o turbio’, mutando su color por la emulsión de aceites esenciales que no son solubles con el agua.

Junto con estos ingredientes, las destilerías pueden optar por el agregado de distintas hierbas y especias como hisopo, melisa, angélica, verónica, cilantro, en ocasiones también nuez moscada. Se maceran en alcohol para extraer sus propiedades, que se conservan durante la destilación. Incluso puede llevar una segunda maceración con el solo fin de aumentar su color, su característico tono verdoso, aunque en algunas oportunidades recibe el agregado de clorofila natural.

El ajenjo es el ingrediente clave. Su aporte de absintina y tujona son el corazón de la absenta. Actualmente su porcentaje se encuentra regulado para evitar efectos adversos. Se clasificaba en diferentes tipos. La ordinaria, con un porcentaje de alcohol que rondaba el 45%; la semifina, entre 50% y 68% y la fina, entre 65% y 72%.

París

Ritual para servir la absenta

El momento de presentarla guarda la misma relación que la complejidad que requiere su preparación. Se necesita un vaso, un terrón de azúcar, una cuchara especial generalmente plana, perforada en la parte superior, y agua helada. Se coloca un terrón de azúcar sobre esta cuchara, agregando agua lentamente sobre el terrón, que poco a poco va disolviendo el azúcar. Es en este momento cuando se produce el efecto “louche”, que opaca el verde tradicional, a la vez que le confiere un leve matiz dulce.

El cambio de color podría simbolizar también el cambio en la conducta de los artistas que la consumían, sumiéndolos en profundos estados que algunas veces desembocaban en extrañas conductas. Es por este motivo que a principios del siglo XX comenzaron a prohibirla en algunos países. 

El primero fue Suiza, en 1908, y le siguieron varios países europeos, conjuntamente con Estados Unidos que tomó el mismo camino. Francia se sumó a la prohibición recién en 1915 como resultado de fuertes campañas en contra, aduciendo que incitaba a conductas indecorosas, violentas y al suicidio. La cuna de la absenta no pudo resistir tal presión, Francia se declara libre de absenta, y con ello los artistas perdieron a su gran aliada de la inspiración.

Picasso y la absenta

Pablo Picasso tuvo un profundo romance con ella, algunos señalan los períodos azul y rosa una consecuencia de su “affaire” con esta bebida. El primero fue el que tiñó de esa tonalidad su obra como consecuencia del suicidio de su gran amigo Carlos Casagemas, pintor y poeta, cuya personalidad era objeto de controversias a causa de su introspección, convirtiéndose en un verdadero enigma. 

La obsesión de Picasso con la muerte de su gran amigo lo llevó a dedicarle numerosos cuadros. En el plano del arte, todo había cambiado en él, provocando un antes y un después. Sus pinturas otrora vívidas, llenas de color que inmortalizaban episodios de la vida cotidiana donde, en rigor, las mujeres ocupaban un lugar clave en este período, pero también en su vida personal.

Esas alegres mujeres sonriendo, bebiendo, pensando, absortas en su mundo interior dieron paso a la melancolía que teñía de azul este periodo, donde no faltaban las distintas alusiones a la absenta en sus obras. Surgen así “El vaso”, la escultura “Vaso de absenta” y “Mesa de café con botella de Pernod” y “El bebedor de absenta”.

Si bien estuvo prohibida casi un siglo en Europa, su comercialización se autorizó en 2011, y en Estados Unidos en 2007 bajo estrictas normas que regulan sus componentes, la calidad y cantidad, estableciendo límites para la tujona y generando un sólido marco jurídico estrictamente vigilado. 

La absenta fue la musa inspiradora de artistas y gente común, que recurrían a ella para olvidar sus penas y angustias, alegrando, aunque no fuera más que de forma efímera, su tormentoso presente. Ya sea para inspirar, ya sea para olvidar, lo cierto es que la absenta aún conserva el halo misterioso que la vio nacer, y que hoy renueva su vigencia convocando a nuevos consumidores ávidos de probar lo que alguna vez estuvo prohibido.