La Unión Cívica Radical (UCR) atraviesa un momento muy complejo en su centenaria historia. Lo que ya se venía viendo en la Cámara de Diputados, comenzó a observarse en el Senado. La diversidad de posiciones y falta de conducción desemboca en situaciones que, por momentos, parecen irremediables dentro del mismo bloque radical. El malestar entre correligionarios de la Cámara alta.
Aunque en el Senado los legisladores son menos, el ruido es el mismo o, por momentos, peor. En la jornada del jueves el recinto se encendió los discursos de los senadores opositores al Gobierno nacional. La bancada kirchnerista usufructuó cada segundo para despotricar contra Javier Milei, quién -según ellos- debe ser investigado por el criptogate.
Sin embargo, al momento de tratarse el pedido sobre tablas, donde se debatió todas las herramientas para profundizar en la investigación al Presidente y su entorno más íntimo por el caso $LIBRA, el radicalismo tenía todas las miradas puestas para decidir el resultado final de las diversas peticiones que se trataron en la previa al debate para suspender las PASO.
Entre los requerimientos estaba la interpelación al jefe de Gabinete, Guillermo Francos. Finalmente fue rechazado por el cuerpo. En segunda instancia, la oposición propuso que se cite a la Secretaria General de la Nación, Karina Milei. También fue rechazado por la Cámara alta. Hubo una propuesta que era la creación de una Comisión Investigadora para ir a fondo en la búsqueda de responsables sobre el criptogate.
El cuerpo se dispuso a votar y apenas por un legislador, el kirchnerismo no pudo salirse con la suya. Desde el bloque de Unión por la Patria miraban de reojo a sus pares de las UCR, mientras que los representantes del partido centenario se observaban entre ellos con recelo. Los que querían que se creara una comisión, sospecharon que hubo grandes presiones de gobernadores. La interna radical está que arde y habrá que dejar pasar el agua bajo el puente para vislumbrar un futuro que parece irreparable.
