El Gobierno de Javier Milei avanza con su política de recorte del gasto público y pone en la mira a la Cancillería. A través de una resolución que ya está lista para su firma, la administración libertaria suspenderá la convocatoria para nuevos aspirantes al Instituto del Servicio Exterior de la Nación (ISEN) en 2025, argumentando que «no resulta necesario en este momento convocar a un nuevo proceso de ingreso».
Esta decisión, que forma parte del ajuste que lleva adelante el ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, generó una fuerte alarma en el cuerpo profesional del servicio exterior, que en el pasado fue uno de los más prestigiosos de la región.
Un golpe al aparato diplomático
El proyecto de resolución, que lleva la firma de Cristina Dellepiane, secretaria de Coordinación y Planificación de la Cancillería, establece que, tras un análisis de la dotación actual del Servicio Exterior de la Nación, no es necesario incorporar nuevos diplomáticos en el corto plazo.
El texto justifica la medida bajo el argumento de que «la estructura actual permite atender de manera eficiente los requerimientos del Servicio Exterior sin que la incorporación de nuevos funcionarios represente una necesidad impostergable».
Además, menciona que para 2027 se prevé una serie de retiros de funcionarios que llegarán a la edad límite, pero aclara que esta situación «no implica automáticamente la necesidad de nuevas incorporaciones», sino que debe analizarse en función de las necesidades operativas reales.
La tensión entre Milei y la «casta diplomática»
El rechazo de Milei a la burocracia diplomática quedó en evidencia cuando despidió a Diana Mondino tras el voto argentino en la ONU a favor del levantamiento del embargo a Cuba, una decisión que, según el Presidente, demostró la influencia de la «casta diplomática» en la política exterior.
Desde entonces, el mandatario ordenó la apertura de sumarios contra catorce diplomáticos, entre ellos el vicecanciller Eduardo Bustamante, una medida sin precedentes que podría afectar las carreras de los funcionarios involucrados.
La llegada de Gerardo Werthein a la Cancillería intentó apaciguar los ánimos, pero la política de recortes sigue en marcha. El Gobierno congeló los retroactivos de los ascensos diplomáticos y evalúa adelantar jubilaciones para reducir la planta de personal en el exterior, una estrategia que busca invertir la proporción de diplomáticos en Buenos Aires y el extranjero.
Una Cancillería en proceso de desmantelamiento
El plan de ajuste también afectó el número de embajadores de carrera en el exterior. Importantes sedes como España, Bélgica y la Unión Europea quedaron sin reemplazos adecuados, delegando la gestión diplomática a funcionarios de menor rango.
A esto se suma la reciente creación de la figura de «Embajadores Comerciales», un nuevo esquema que no dependerá del Estado, lo que generó malestar dentro de la Cancillería.
Actualmente, el Servicio Exterior de la Nación cuenta con poco más de 1.000 profesionales, una cifra acorde a la envergadura del país. Sin embargo, la reforma impulsada por el Gobierno apunta a reducir aún más este número, en una reestructuración similar a la que propuso Donald Trump en el Departamento de Estado, aunque bajo un contexto completamente diferente.
El peso de la influencia kirchnerista en Cancillería
Más allá de la reestructuración del Servicio Exterior, lo que realmente sobrepobló la Cancillería en los últimos años fue el ingreso masivo de empleados administrativos durante el kirchnerismo.
Bajo la gestión de La Cámpora, la diplomacia argentina se convirtió en un aparato de militancia política, con ingresos desmedidos que hoy siguen siendo una carga para el Estado.
El desafío del Gobierno de Milei será diferenciar entre la reducción de la «casta diplomática» y el vaciamiento de una estructura clave para la representación del país en el mundo, sin que la Cancillería quede completamente paralizada por la falta de recursos humanos y operativos.