De la mano del furor por las criptomonedas, en los últimos cinco o seis años, los jóvenes de virtualmente todo el mundo consiguieron redefinir las inversiones tradicionales. De la mano de los dispositivos y las plataformas digitales, se busca de manera incesable la independencia financiera.
Sin embargo, la temeridad de las estrategias que estos jóvenes llevan a cabo puede resultar, en verdad, un arma de doble filo. Así, resulta importante analizar de qué manera esta generación hace frente a las oportunidades y los desafíos en un mundo que se ofrece cada vez más volátil.
La crisis de los métodos tradicionales
En el caso de muchos jóvenes, las inversiones en criptomonedas, apuestas online y las llamadas «acciones meme» no suponen solamente un medio novedoso para ganar dinero, sino todo un arrebato revolucionario frente al sistema financiero convencional. La otrora ansiada estabilidad se descarta en pos de la volatilidad, con el afán de convertir relativamente austeras cantidades de dinero en fortunas inesperadas. No obstante, la otra cara de esta moneda implica asimismo la posibilidad de enfrentar pérdidas devastadoras.
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El momento álgido que están experimentando las criptomonedas y las apuestas online está delimitado por un perfil bien delimitado y específico. En términos generales, se trata de hombres de entre 18 y 34 años. De acuerdo con un informe de The Wall Street Journal, cerca del 45 por ciento de ellos ha invertido en criptomonedas, en contraste con apenas el 17 por ciento de las mujeres. Este relevamiento devela un ahínco en conseguir “salir del sistema” a la vez que una actitud rebelde en contra de las normas tradicionales.
Los factores que contribuyeron
Los principales factores que contribuyen a alimentar esta tendencia son una menor participación laboral y educativa, pero asimismo existe también un sesgo de discriminación de género. La proliferación de las redes sociales y foros instalaron comunidades en las que la especulación financiera se combina con entretenimiento y afrentas al statu quo.
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La nueva cultura de las redes sociales fortalece esta tendencia, dando cuenta de grandes ganancias mientras se oculta el lado oscuro que suponen las pérdidas. Esto no hace sino generar expectativas irreales entre los jóvenes. A menudo, este público ve este tipo de inversiones como la única vía posible para conseguir objetivos financieros a mediano y largo plazo, tales como la compra de una vivienda o la posibilidad, incluso, de retirarse.
Sin embargo, no hay que perder de vista que este enfoque implica sensibles riesgos sociales y económicos. Paralelamente a la avanzada de las mujeres en los campos de la educación y empleo, los varones jóvenes enfrentan desafíos mucho más erráticos, lo cual no hace sino aumentar las tensiones y las desigualdades. Las especulación financiera expresada en términos de criptomonedas y apuestas online no garantizan de ningún modo alguna estabilidad e incluso pueden llegar a profundizar problemáticas sociales subyacentes.
En consecuencia, aquel fenómeno plantea una pregunta clave: ¿se trata de un nuevo modo de la juventud para consolidar un camino hacia la independencia financiera o por el contrario no es más que un novedoso avatar del azar en el que se arriesga no solo el futuro, sino el presente?