Desde hace dos meses, la familia del gendarme argentino Nahuel Gallo vive en la incertidumbre. El 8 de diciembre, Gallo fue detenido en Venezuela cuando intentó ingresar al país para reunirse con su pareja y su hijo. Desde entonces, el régimen de Nicolás Maduro solo ha difundido una única fotografía suya, presuntamente tomada en el centro de detención donde permanece.
«Como saber, no sabemos nada, estamos igual que el primer día. No tenemos ninguna información, no tuvimos contacto con él. Esto es algo de terror lo que vivimos todos los días. No sabemos nada, no sabemos qué decir porque no tenemos ninguna novedad», expresó su madre, Griselda Heredia, en una entrevista con Radio Mitre.
Su hermana, Daiana Gallo, también manifestó su angustia por la falta de información y calificó la situación como «muy injusta». «Tanto para él -pobrecito, que está ahí encerrado-, como para nosotras, que no sabemos nada de él. Aparte, en otro país», lamentó.
El relato desgarrador de la familia de Gallo
Las mujeres relataron cómo fueron las primeras horas tras enterarse de la detención. «Al principio fue: ‘bueno, hay un protocolo de 72 horas’. Había que esperar. Pero a medida que pasaban los días más se complicaba porque no sabíamos donde estaba, quién lo había retenido. No sabíamos nada. Después de que (el ministro venezolano) Diosdado (Cabello) lo confirmó, mal o bien no dejó de ser un alivio porque confirmaron que lo tenían ellos. Pero mientras tanto fue de terror», contó Daiana.
La incertidumbre continúa y, a dos meses del hecho, la familia aún no tiene contacto con el gendarme. «Son 61 días hoy que no sabemos nada. No tenemos ninguna clase de contacto. No sabemos si él está bien, si duerme, si come. Nada. Nada de nada», insistió su madre.
En ese contexto, recordaron el episodio con el exembajador argentino en Venezuela, Oscar Laborde, quien había prometido entregar una carta de la familia a Gallo. «Era la posibilidad de tener noticias de él. No vimos de dónde venía, de qué partido es, porque como mamá y como hermana y como familia no estamos pensando en lo político. Entonces hicimos lo que nos pidieron. Por supuesto que con el tiempo nos dimos cuenta», señaló Griselda.
Y concluyó con amargura: «Te duele porque juegan con el dolor de la gente. Ellos para politiquear, en una palabra, y nosotros para saber de nuestro ser querido, que está allá».