Por lo sorpresiva y por su impacto en el sector, la compra de Telefónica por parte de Telecom Argentina ya es considerada uno de los grandes negocios del año. La operación, que se gestó en absoluto secreto, reconfigurará el mercado de las telecomunicaciones en el país, un sector clave donde confluyen la telefonía móvil, internet y la televisión por cable.
Telecom, empresa controlada por el Grupo Clarín y el fondo Fintech, del mexicano David Martínez, desembolsó USD 1.245 millones financiados con créditos de BBVA, Deutsche Bank, Santander e ICBC, y se quedó con los activos de la española Telefónica, que desde 2019 venía explorando su salida del mercado argentino.
Ambas compañías nacieron tras la privatización de Entel hace 35 años y, ahora, esta fusión generará un verdadero gigante de las telecomunicaciones. Telecom pasará a controlar el 61% del mercado de telefonía móvil, el 47% de la banda ancha, el 40% de la TV paga y el 79% de la telefonía fija, lo que despertó dudas sobre la viabilidad regulatoria de la operación.
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El rol del Gobierno y el debate sobre monopolios
Desde el Gobierno nacional, la reacción fue rápida. En un primer momento, la administración de Javier Milei aseguró que no permitiría monopolios y anunció que analizaría la fusión con detalle. Sin embargo, persiste la incógnita sobre el peso que tendrá la postura del presidente, quien en varias oportunidades defendió la existencia de monopolios privados en el mercado.
Para Telecom, la adquisición fue una estrategia defensiva ante la posibilidad de que otro operador local o internacional ingresara al negocio. Entre los interesados se mencionaban el Grupo Werthein, Telecentro y la europea Millicom. Además, la irrupción de Starlink, la empresa de internet satelital de Elon Musk, y la alianza entre Amazon y el Grupo Werthein para ofrecer servicios similares, terminaron de acelerar la decisión de compra.
Una de las primeras definiciones que deberá tomar la nueva empresa será qué tecnología usará para el despliegue de 5G. En este punto, la gran pregunta es si optará por proveedores occidentales, como Ericsson y Nokia, o por las empresas chinas, que han sido señaladas internacionalmente por sus prácticas de ciberseguridad. En América Latina, algunos países como Costa Rica ya prohibieron la participación de Huawei en sus redes 5G debido a preocupaciones por espionaje y seguridad digital.
Certezas y dudas tras la adquisición
Una vez concretada la operación, desde España dejaron en claro que cualquier contingencia regulatoria recaerá sobre los nuevos dueños. Laura Abasolo, CFO de Telefónica Hispam, afirmó que “el activo ya no es parte de la multinacional. No tenemos activo en Argentina”, despejando cualquier especulación sobre un eventual retroceso en la venta.
En el ámbito local, la noticia generó sorpresa, incluso dentro de la propia Telefónica Argentina. Muchos ejecutivos de la compañía aseguraron que no estaban al tanto de las negociaciones hasta que la operación se hizo pública. Mientras tanto, la empresa continuará operando bajo el nombre Movistar Argentina, con Gabriel Speratti como nuevo CEO.
El Gobierno decidió intervenir a través del Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom) y la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC), que analizarán si la fusión genera una posición dominante en el mercado. Sin embargo, en el sector existen dudas sobre el verdadero alcance de este control, ya que el Estado, a través de la ANSES, posee el 11,42% de las acciones de Telecom.
Expertos en la industria sostienen que el Gobierno estaba al tanto de la operación y que el endurecimiento de su discurso posterior a la compra podría ser una estrategia para mostrar distancia frente a la transacción. Algunos analistas incluso sugieren que Telecom/Clarín pudo haber concretado el negocio sin consultar previamente, confiando en que la normativa permite que la evaluación oficial se realice de manera posterior a la compra.
Qué medidas podría tomar el Gobierno
El análisis de las entidades reguladoras se enfocará principalmente en la concentración del espectro radioeléctrico que ahora poseerá Telecom. Una de las posibles medidas de compensación será que la empresa devuelva parte de ese espectro para evitar una sobreconcentración. Sin embargo, en un mercado maduro como el argentino, la posibilidad de que surja un nuevo operador relevante que utilice ese espacio es poco probable.
Desde la industria destacan que esta fusión no necesariamente implicará un aumento inmediato de tarifas ni un impacto directo en los consumidores. No obstante, sí marcará un reordenamiento en la competencia del sector. Claro, el otro gran jugador del mercado, pasará a concentrar el 39% restante del segmento de telefonía móvil, mientras que el resto de los competidores tienen una participación marginal.
Los desafíos que vienen
En términos económicos, la fusión representa una concentración de ingresos significativa. Telecom facturó en 2023 unos USD 4.000 millones, mientras que Telefónica generó USD 2.440 millones. Además, Telecom lleva invertidos más de USD 6.000 millones en infraestructura desde 2017. Para el Gobierno, la operación podría representar una señal positiva para el mercado, al tratarse de la transacción privada más importante desde que asumió Javier Milei.
Más allá de los aspectos financieros, la integración de ambas empresas no será inmediata. Durante los próximos meses, seguirán operando de manera separada, aunque es previsible que comiencen a definirse sinergias clave para optimizar costos y mejorar servicios. La unificación de estructuras y la reconfiguración de las posiciones ejecutivas serán algunos de los primeros pasos en este proceso.
A nivel regional, esta adquisición sigue una tendencia de concentración en el mercado de telecomunicaciones, algo que ya ocurrió en países como México, Colombia, Chile y Uruguay. En todos estos casos, Telefónica ha ido reduciendo su presencia, priorizando otros mercados.