El registro de inflación de febrero, impulsado en gran medida por el alza en los precios de los alimentos, en particular la carne, reflejó una desaceleración más moderada de lo esperado. Pese a la tendencia decreciente de los últimos meses, la estacionalidad de marzo y las tensiones en los mercados internacionales podrían afectar la evolución de los precios en el corto plazo.
Desde el Gobierno nacional sostienen que los datos del Índice de Precios al Consumidor (IPC) del INDEC reflejan avances en la contención de la inflación. El presidente Javier Milei destacó que, excluyendo el impacto del rubro carnes y derivados, la inflación de febrero habría sido del 1,8%, en lugar del 2,4% registrado oficialmente. Además, afirmó que marzo presenta factores estacionales que podrían presionar los precios, pero proyectó que el piso del 2% podría quebrarse en abril o mayo.

El Banco Central, a través de su Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), estima que la inflación de abril podría ubicarse en el 1,9%, manteniendo la tendencia a la baja.
El impacto del contexto económico y las medidas oficiales
El Gobierno ha señalado como factores determinantes en la evolución de los precios la estabilidad del tipo de cambio, la continuidad del ajuste fiscal y el impacto de la situación global, marcada por la guerra comercial impulsada por la administración de Donald Trump.
En este marco, el ministro de Economía, Luis Caputo, destacó dos medidas clave tras la difusión del dato de inflación de febrero: la aprobación del ingreso al Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) del megaproyecto petrolero de YPF en Vaca Muerta y la reducción de aranceles a la importación de ropa y calzado, con el objetivo de incentivar la competencia y contener los precios.
Además, el oficialismo resalta que la inflación interanual en febrero fue del 66,9%, el registro más bajo desde junio de 2022, acumulando diez meses consecutivos de desaceleración.
Para contener los precios, la estrategia gubernamental se centra en un ajuste gradual de tarifas de servicios públicos, transporte y combustibles, evitando correcciones abruptas que impacten en los precios relativos. En cuanto a los bienes, la principal herramienta ha sido la reducción del ritmo de ajuste del tipo de cambio, pasando del 2% al 1% mensual.
Las proyecciones de las consultoras
Las estimaciones de las principales consultoras reflejan una dinámica dispar entre bienes y servicios. ACM destacó que, en los últimos tres meses, los bienes registraron una inflación del 1,9%, mientras que los servicios aumentaron un 3,8%. En particular, la división «Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles» acumuló una suba del 174,2% en el último año, casi triplicando el nivel general del 66,9%.
“Este contraste evidencia la rigidez de ciertos segmentos inflacionarios, especialmente los regulados, que siguen presionando al alza en el corto plazo. Además, la inflación núcleo, aunque en descenso, continúa por encima de la inflación general, lo que representa un desafío persistente en la corrección de precios relativos”, explicó ACM.
Por su parte, LCG señaló que su relevamiento de precios de alimentos en marzo muestra un incremento del 2,7% mensual en las últimas cuatro semanas. “Este mes se suman aumentos en colectivos y trenes en el Gran Buenos Aires, así como una mayor presión de productos estacionales vinculados al inicio del ciclo lectivo. Además, el crawling peg al 1% mensual parece no estar siendo tan efectivo como esperaba el Gobierno. Mayores tensiones en la brecha cambiaria, aunque atenuadas por la intervención del BCRA, podrían estar generando presiones adicionales sobre los precios”.
La presión de los distintos rubros
Desde C&T, en tanto, advierten que el rubro educación podría impulsar la inflación de marzo debido al inicio de las clases. “Preliminarmente, estimamos que la inflación del mes volvería a superar el 2% mensual”, señalaron.
El economista Gastón Utrera, director del Instituto de Economía Política de la Universidad Siglo XXI, consideró que la política fiscal de superávit y la restricción en la emisión monetaria tienen menor incidencia directa sobre la inflación en un esquema de tipo de cambio administrado. Sin embargo, destacó que estos factores influyen en las expectativas de largo plazo.
“Sin excesos de emisión monetaria por grandes déficits fiscales, no debería haber desequilibrios que terminen en fuertes devaluaciones y aceleraciones inflacionarias, como ocurrió en otros momentos críticos de la economía argentina”, concluyó Utrera.