La segunda semana del nuevo régimen cambiario trajo un dato clave para el Gobierno: el dólar volvió a bajar y se ubicó incluso por debajo de los niveles previos a la salida parcial del cepo. Desde el Ejecutivo celebraron la tendencia, que envalentonó al equipo económico y reforzó la confianza del mercado.
El tipo de cambio oficial retrocedió hasta los $1.094, luego de haber tocado un piso de $1.070. En el segmento minorista, la cotización se movió en torno a los $1.110. A su vez, los dólares financieros llegaron a ceder hasta un 5%. En lo que va de abril, la devaluación acumulada se redujo del 10 al 2%, lo que marca una fuerte estabilización.

Una nueva señal del Presidente
El mercado leyó como un guiño la frase del presidente Javier Milei, quien afirmó que el Banco Central no intervendrá mientras el dólar no toque el piso de la banda, fijado en $1.000. “Hasta entonces, no se compra”, sostuvo el mandatario. Con esa definición, quedó claro que la flotación del tipo de cambio tiene un límite inferior concreto, lo que elimina la expectativa de intervención prematura.
Desde el entorno oficial aseguran que la combinación de factores es sólida: sin emisión, con ingreso de divisas y una expectativa inflacionaria en baja, el mercado cambiario comienza a ordenarse. La reciente llegada de US$12.000 millones del FMI robusteció las reservas y dejó al Central en condiciones de sostener el techo de $1.400. “El dólar baja porque nadie se anima a correrlo”, resumió una fuente cercana al Gobierno.
Presión al agro y efecto retenciones
Otro de los factores detrás de la baja fue la advertencia presidencial a los exportadores del agro: “Avísenle al campo que liquide ahora porque en junio vuelven las retenciones”. La medida, que incrementará los derechos de exportación para la soja del 26 al 33%, fue tomada como una señal clara para apurar la liquidación de divisas.
Pese a que la cosecha viene demorada, las empresas agroexportadoras deberán afrontar pagos por compras anteriores y entregas actuales. Solo en abril, se espera una liquidación de alrededor de US$2.200 millones. “Va a haber liquidación porque tienen compromisos con la cosecha pasada y vencimientos próximos”, indicó Lorena D’Angelo, analista de AZ-Group.
A la mayor oferta del sector agroindustrial se suma un mercado con menor presión compradora. El operador Gustavo Quintana explicó que el miércoles se vendieron US$126 millones, evidencia de que hay disponibilidad de divisas en el circuito. “No sé si es agroexportación u otro origen, pero hay oferta”, sostuvo.
Demanda contenida y efecto salario
Tras un inicio de mes con fuerte demanda por parte de ahorristas e importadores, la segunda mitad de abril mostró una caída pronunciada. Según el economista Fernando Marull, la expectativa de que el dólar siga bajando desincentiva nuevas compras, mientras que el adelantamiento de operaciones previo al cambio de régimen cambió la dinámica de la demanda.
El economista Gonzalo Carrera explicó que, con el nuevo esquema, muchas empresas se anticiparon a importar en marzo y comienzos de abril. “Se observó un stockeo fuerte, y al reducirse la brecha, atesorar dólares vía productos importados perdió atractivo”, indicó. Además, abril no suele ser un mes de alta demanda minorista, ya que la mayoría cobra su sueldo a fin de mes y no hubo incentivo temprano a dolarizarse.
El menor dinamismo en las compras también se explica por la caída en el nivel de actividad y la cautela del consumidor. Para varios analistas, los importadores no redujeron compras por el precio del dólar, sino por la menor demanda interna. En ese contexto, la presión sobre el tipo de cambio se redujo notablemente.
El regreso del carry trade
Con señales claras de estabilidad macroeconómica, el equipo de Luis Caputo busca revivir el “peso fuerte”. Aunque el Banco Central no movió la tasa de política monetaria, los bancos elevaron sus rendimientos para plazos fijos, alcanzando un 37% anual. En términos mensuales, la tasa se ubica en 3,1%, muy cerca de la inflación núcleo proyectada para los próximos meses.
Para la economista Milagro Gismondi, de Cohen, “el desplome del dólar responde a las señales del Gobierno, como la decisión de intervenir solo en el piso y una política monetaria que refuerza la demanda de pesos”. A eso se suma un componente psicológico: si se espera que el dólar baje, se posterga la compra, y si la tasa en pesos se vuelve atractiva, los inversores prefieren quedarse en moneda local.
La estrategia oficial busca consolidar un escenario en el que los dólares financieros no sean refugio inmediato, en tanto las variables monetarias y fiscales se mantengan bajo control. Por ahora, esa expectativa está cumpliéndose.
Fondos extranjeros y bonos en pesos
Desde esta semana rige la normativa que permite a inversores extranjeros acceder al mercado de cambios tras mantener sus fondos en el país por al menos seis meses. Aunque los montos aún no se conocen, la expectativa es que se canalicen hacia instrumentos en pesos, especialmente los bonos CER y duales.
Según Cohen, la deuda en pesos a tasa fija subió 4,2% la semana pasada, con picos del 10% en el tramo largo. Los bonos ajustados por inflación escalaron 4,4%, y los duales —que combinan ajuste por dólar o inflación— ganaron un 5,1%. En cambio, los títulos dollar linked retrocedieron 6,1% tras conocerse el nuevo esquema cambiario.