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POLÍTICA

El funcionario que trabaja insultando en redes sociales: Santiago Oría, el cineasta presidencial de Casa Rosada

Desde una cuenta premium en X, el funcionario despliega tuits cargados de insultos contra los que no piensan como el Gobierno y muchas veces son replicados por el propio Javier Milei.

Javier Milei

Santiago Oría es el director de Realización Audiovisual de la Presidencia, pero en lugar de limitarse a documentar actos oficiales, buena parte de su actividad parece estar volcada a una tarea menos institucional: atacar en redes sociales a periodistas, economistas y cualquier figura crítica del gobierno de Javier Milei.

A Oría se lo ve seguido con Milei: lo acompaña en giras, produce sus cadenas nacionales y graba sus entrevistas. Pero fuera de cámara, despliega una especie de guerra digital paralela, donde dedica tiempo y recursos a “responder” a quienes critican al oficialismo. El problema no es solo el tono violento o el desprecio por la libertad de expresión: Oría cobra un sueldo del Estado para cumplir una función técnica, no para armar campañas de difamación en redes.

En la última semana arremetió contra el periodista Jorge Fernández Díaz, al que tildó de «mentiroso», «ultra amargo» y «generación fracasada», y también contra el economista Carlos Melconian, al que llamó «mandril» y «pifiador serial mala leche». En ambos casos, los ataques fueron amplificados por Milei, quien celebró las agresiones desde su cuenta oficial. La escena deja al descubierto la dinámica interna de un gobierno que no tolera la crítica ni a los medios independientes.

El objetivo del funcionario de Milei es estigmatizar a las voces disidentes e inventar que son corruptos

Oría defiende sus publicaciones diciendo que «hay que atacar» cuando hay «mentiras o mala leche», y que su tarea es «exponer a los periodistas». Pero en los hechos, sus intervenciones no buscan corregir datos o abrir el debate, sino desacreditar y amedrentar a quienes no comulgan con el relato libertario. Su estrategia tiene nombre y apellido: estigmatización pública desde el poder.

No es la primera vez que actúa de esta manera. También apuntó antes contra periodistas como Iván Schargrodsky y Gonzalo Aziz. A eso se suma su participación en la creación del jingle «Mandril, decime qué se siente» con el que Milei ridiculizó a los economistas críticos en una entrevista televisiva. El tono no solo es hostil, sino que parece institucionalizar el escarnio como herramienta política.

Oría no es un influencer suelto ni un militante de base: tiene una oficina en el segundo piso de Casa Rosada, fue designado en 2024 como funcionario formal y ahora trabaja además en las campañas para las legislativas. Su perfil técnico se diluye cada vez más frente a su papel como soldado digital del presidente.

Mientras desde el oficialismo se llenan la boca hablando de libertad, Oría se consolida como uno de los rostros más autoritarios del ecosistema libertario. Su doble rol (como cineasta presidencial y censor agresivo) revela la contradicción de fondo: no hay revolución liberal si no se tolera la disidencia.