A horas de que el Gobierno nacional libere el cepo cambiario y ponga en marcha un nuevo esquema de flotación con bandas, todas las miradas se posan sobre el dólar cripto. Esta cotización, que opera las 24 horas incluso durante los fines de semana, se transformó en la principal referencia para anticipar el precio que podría alcanzar el dólar oficial a partir del lunes.
Actualmente, el dólar cripto ronda los $1.325, según estimaciones de Dolarito. Si el dólar oficial, que el viernes cerró a $1.074, se alineara con el valor del dólar cripto, implicaría una devaluación cercana al 30%. Esa posibilidad no está descartada porque ya sucedió en 2016 cuando el Gobierno de Mauricio Macri liberó el cepo y el tipo de cambio se terminó pareciendo al blue y también al cripto.
El propio esquema presentado por el Ministerio de Economía admite este margen de ajuste. Se trata de una banda de flotación entre $1.000 y $1.400, dentro de la cual el tipo de cambio podrá moverse libremente, con intervención del Banco Central solo en casos extremos. Desde el Gobierno aseguran que este modelo otorga previsibilidad y fortalece el programa con el FMI.
Sin embargo, la reacción inicial del mercado es una incógnita. La brecha entre el dólar oficial y el dólar cripto refleja una expectativa devaluatoria. Para los operadores, el valor actual del cripto actúa como un «precio sombra» que anticipa hasta dónde podría trepar el dólar sin cepo en un mercado libre.
Desde el Gobierno nacional creen que el dólar sin cepo a la larga tenderá a bajar
Desde el Poder Ejecutivo intentan bajarle el tono a los temores. Argumentan que la escasez de pesos en la economía limitará la presión alcista y que, aún si hay una suba abrupta en los primeros días, luego se estabilizará. Además, destacan el respaldo del FMI y la disciplina fiscal como anclas del nuevo esquema.
Lo cierto es que el lunes será una jornada clave. El mercado mirará de cerca cómo se mueve el dólar oficial y si converge o no con la cotización cripto. Si eso ocurre, el primer impacto del fin del cepo será una devaluación del peso de al menos el 30%, un salto que podría tener efectos directos en los precios y en el poder adquisitivo de los argentinos.
