Con la noticia del fallecimiento del Papa Francisco, fieles y personas que se acercaron al catolicismo gracias a Francisco comenzaron a compartir las fotos más icónicas del Sumo Pontífice a modo de homenaje. Los usuarios inundaron las redes con fotos y videos del argentino en distintos momentos de su papado, visitando países y pueblos en momentos de crisis, orando por la paz; otros decidieron recordarlo en su faceta más desenfadada. Mas, una de las piezas más compartidas fue una sencilla fotografía de uno de sus habituales viajes en la línea A del subte.
Su autor fue el fotoperiodista Pablo Leguizamón, quien relató la historia de la icónica foto durante una entrevista con C5N. «Es del día de Corpus Christi del año 2008. Después de bajarse del escenario se fue a Once a la boca del subte línea A. Entró al vagón, así que lo corrí. Salté el molinete y tuve varias dificultades, hasta se me trabó la mochila», recordó Leguizamón que en aquel momento era estudiante de fotoperiodismo.
Según Leguizamón, la iluminación distintiva de la foto se debió a que «su equipo era muy precario y en aquel momento las luces del subte se prendían y apagaban». La foto es un plano medio, que suele partir desde la cintura y se utiliza para enfatizar las expresiones faciales y la gestualidad, y muestra al entonces arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio de 71 años, mirando a cámara y rodeado de trabajadores indiferentes en la subte de la línea A, con asientos aún de madera.
«Le tomé varias fotos y justo la que trascendió fue en la que miraba arriba«, comentó Leguizamón y destacó: «Jorge estaba sorprendido porque no estaba acostumbrado a que alguien estuviera tan encima«. En otro tramo de la entrevista, el periodista gráfico recordó: «En aquel momento traté de venderla, pero sin éxito. Más adelante, en 2013 cuando lo eligen Papa, un amigo me dice: ‘¿Por qué no tratas de venderla de nuevo?’. Estaba enojado con la profesión, con todo. Ese año la vendo a un medio, y ahí empieza a circular. No tenía para comer ni pagar el alquiler pero mi foto fue proyectada en el Martín Fierro y en medios de afuera«.
«Hoy veo la foto y veo a un tipo sentado en el subte con un montón de trabajadores. En aquel momento no supe verlo. Hice esa foto con 29 años, en aquel momento mi única forma de trabajar esa sacar fotos y ofrecerlas en las redacciones. Sabía que era el arzobispo de Buenos Aires y sabía que iba a ser diferente, por eso corrí por intuición. Al final valió la pena seguir con el fotoperiodismo«, terminó reflexionando Leguizamón.