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ECONOMÍA

La tensión cambiaria y la caída de reservas ponen en duda el rumbo del programa económico

El ministro Luis Caputo evalúa cambios; el nuevo acuerdo con el FMI será clave para sostener el rumbo.

Luis Caputo

La economía argentina transita un momento decisivo. A medida que la tensión cambiaria se intensifica y las reservas netas del Banco Central muestran señales de fragilidad, el ministro de Economía, Luis Caputo, analiza ajustes en la estrategia económica para preservar la estabilidad del programa. En el centro de la escena, se ubica el inminente acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, que podría marcar un nuevo punto de inflexión.

Aunque la inflación se desacelera y algunos indicadores de actividad dan señales de recuperación, el frente cambiario se transformó en el principal factor de riesgo. La brecha entre el dólar oficial y los tipos de cambio paralelos volvió a ampliarse, el ritmo de devaluación se desaceleró más de lo aconsejable y los movimientos especulativos revirtieron parte del flujo de capitales que había regresado en el primer trimestre del año.

El impacto externo y las dudas locales

Las tensiones internacionales, como la guerra tarifaria impulsada por Donald Trump, agravaron el panorama de exportaciones y precios internacionales. Pero las fuentes de preocupación también son internas. La desaceleración del crawling peg, en un contexto todavía inflacionario y con reservas frágiles, generó incertidumbre sobre el rumbo cambiario. El propio mercado comenzó a desarmar posiciones en pesos, lo que obligó al BCRA a intervenir para sostener el equilibrio.

Cuando el Gobierno asumió en diciembre de 2023, las reservas netas eran negativas en casi US$12.000 millones. La recuperación inicial se logró a través de una política de shock, un blanqueo de capitales exitoso y la postergación de pagos de importaciones. Pero esa dinámica no era sostenible en el mediano plazo.

El BCRA acumuló compras por US$18.700 millones durante 2024, pero gran parte de esas divisas se destinaron al pago de compromisos del Tesoro y a esterilizar pesos para contener la inflación. Esa estrategia está llegando a su límite.

El nuevo acuerdo con el FMI: punto de inflexión

La tercera fase del programa económico dependerá del resultado de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional. El Gobierno espera un desembolso inicial cercano a los US$8.000 millones, que podría aumentar con aportes de otros organismos multilaterales. El objetivo es reestructurar los vencimientos de capital que se concentran entre 2026 y 2028, y reforzar las reservas netas.

No obstante, en el mercado existe la expectativa de que el FMI exija como condición alguna modificación en la política cambiaria. En ese escenario, Caputo y su equipo analizan distintas alternativas para mejorar la acumulación de reservas sin comprometer la estabilidad del tipo de cambio.

Un nuevo esquema cambiario en evaluación

Entre las opciones sobre la mesa se analiza la eliminación del dólar blend para exportadores, lo que permitiría una mayor unificación cambiaria. También se evalúa canalizar parte de las importaciones a través del dólar financiero (CCL), y trasladar todos los pagos por turismo y servicios al dólar MEP.

Estas medidas apuntan a reducir la demanda sobre el mercado oficial y permitir una flotación administrada —o «sucia»— que evite shocks desordenados. Pero para que ese esquema funcione, es indispensable fortalecer la posición de reservas. Sin un colchón robusto, cualquier movimiento brusco del tipo de cambio podría poner en jaque la credibilidad del programa.

El legado del populismo y la necesidad de avanzar

El documento que circula en los despachos oficiales no deja margen para dudas: revertir el daño del populismo llevará tiempo. En las últimas dos décadas, las exportaciones argentinas crecieron un 131%, muy por debajo del promedio regional. Uruguay, por caso, las duplicó. Brasil, Chile y Colombia también lograron avances sustanciales.

Las distorsiones acumuladas —retenciones, cepo, impuestos distorsivos, brecha cambiaria— desincentivaron la producción y el ingreso de divisas genuinas. El desafío es reconstruir las bases de una economía exportadora y libre, sin depender del crédito artificial ni de los subsidios que hundieron al país en el estancamiento.

Las oportunidades están. Energía, minería y sectores agroindustriales ofrecen potencial de expansión. Pero llegar hasta allí requiere un puente de estabilidad: financiamiento, consolidación fiscal y un tipo de cambio competitivo.

El orden macro como prioridad

En el equipo económico consideran que el cumplimiento de la meta fiscal no debe ser el único ancla. A partir del nuevo acuerdo con el FMI, la meta de acumulación de reservas netas tendrá la misma relevancia que el equilibrio presupuestario. Y deberá cumplirse a rajatabla.

Caputo sabe que el margen de error se reduce. La credibilidad construida en los primeros meses del Gobierno se sostiene con resultados concretos. La prioridad es garantizar la estabilidad sin resignar la hoja de ruta del cambio. La Argentina ya no tiene margen para volver atrás.