Durante una entrevista emitida por Canal Trece, Paula Chaves se animó a hablar con total sinceridad sobre su experiencia en el mundo del modelaje y cómo lidió con las exigencias estéticas que predominaban cuando comenzó su carrera. Con 18 años recién cumplidos, la conductora enfrentó presiones constantes para modificar su cuerpo, a pesar de estar en plena juventud y gozar de buena salud.
“A mí todo el tiempo me decían que yo tenía que bajar 5 kilos porque no tenía el cuerpo híper delgado. Te hablo de cuando tenía 18 años, cuando todas las modelos eran extra flacas. Y a mí nunca me importó nada”, expresó con contundencia la modelo y conductora, dejando en claro que, aunque fue blanco de críticas por no encajar en los estándares de extrema delgadez, nunca permitió que eso la afectara profundamente.
En sus palabras, también hubo lugar para una reflexión más amplia sobre cómo esa presión constante podría haberla afectado a nivel emocional y psicológico. “Yo era como la grandota. A mí la verdad es que nunca me importó porque siempre tuve una familia detrás y un grupo de amigas que eran mi cable a tierra. Para mí esto siempre fue un trabajo pero perfectamente me podrían haber arruinado la cabeza”, afirmó Paula Chaves fiel a su estilo directo y sin tapujos.
Tajante
Paula también confesó que no fue una única voz la que intentó modificar su cuerpo, sino que recibió presión por parte de distintas personas del medio. “Fueron muchos representantes” los que insistían en que debía adelgazar para poder “encajar” en el perfil de modelo que era dominante en aquellos años.
Su testimonio no solo deja en evidencia las exigencias poco realistas que el mundo de la moda impone a las mujeres, especialmente a las más jóvenes, sino que también pone en valor el rol fundamental que puede tener el entorno cercano como soporte emocional. En tiempos donde la salud mental y la aceptación del cuerpo propio comienzan a tener un lugar más relevante en los medios y en la sociedad, las palabras de Paula Chaves aportan una mirada honesta y necesaria.
Su experiencia es una invitación a cuestionar los estándares que aún persisten y a celebrar la diversidad de cuerpos, recordando que el valor de una persona va mucho más allá de los centímetros o los kilos que marca una balanza.