En la víspera de una nueva reunión del Consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil (SMVM), los números muestran una cruda realidad: el salario mínimo en la Argentina gobernada por Javier Milei está bajo en términos históricos y ya no cumple ninguno de los objetivos que marca la ley. Mañana se definirá un nuevo valor del SMVM y de la prestación por desempleo, pero las expectativas son bajas, en un escenario de pérdida sostenida frente a la inflación.
Con mayoría del Estado y de los empleadores en el Consejo, lo que se resuelva podría ratificar la política salarial del Gobierno, que —de acuerdo al acuerdo con el FMI— habilita aumentos inferiores al 1% mensual. En los hechos, esto implica que el salario mínimo continuará rezagado frente a la escalada de precios, profundizando el deterioro de su poder adquisitivo.
El último aumento del SMVM se aplicó en marzo: pasó de $279.718 en diciembre de 2024 a $296.832, un alza del 6,12% que quedó muy por detrás de la inflación del primer trimestre 2025, que fue del 8,6%. Solo en esos tres meses, el salario mínimo perdió un 2,2% de su valor real, a lo que se suma una caída del 17,7% durante 2024, la mayor registrada en décadas recientes.
El deterioro es aún más evidente si se compara punta a punta: entre diciembre de 2023 y diciembre de 2024, el salario mínimo aumentó un 79,3%, muy lejos de la inflación oficial que trepó al 117,8%. Además, su actualización quedó por debajo del incremento de la canasta básica que mide la línea de pobreza, condenando a más trabajadores a condiciones de vida precarias.
Los beneficios económicos que recibe el Gobierno de Javier Milei al mantener pisado el salario mínimo
Al Gobierno de Javier Milei le conviene mantener el salario mínimo lo más bajo posible porque de ese valor dependen muchas otras cosas que, si suben, obligarían al Estado a gastar más plata. Por ejemplo, la prestación por desempleo (lo que cobra alguien que pierde su trabajo) debería ser el 75% de su mejor sueldo reciente. Pero hay un tope: no puede ser más del 100% del salario mínimo. Entonces, si el salario mínimo queda bajo, también se mantiene baja la prestación por desempleo, aunque la persona haya tenido un sueldo más alto.
El 82% móvil para jubilados: los que se jubilaron con todos los años de aporte deberían cobrar el 82% del salario mínimo. Por lo tanto, si el salario mínimo subiera fuerte, el Estado nacional tendría que pagar jubilaciones más altas para este grupo. Como el salario mínimo sube poco, ese aumento no se activa y el Estado se ahorra esos pagos.
Los salarios más bajos: aunque no todos los trabajadores están directamente «enganchados» al salario mínimo, sí sirve como referencia para trabajadores informales o no registrados. Si sube el salario mínimo, también suben las expectativas y los reclamos de aumentos en toda la base salarial.
Por eso, tener el salario mínimo «pisado» ayuda al Gobierno a ahorrar plata en prestaciones sociales (como desempleo y jubilaciones) y a frenar los reclamos de aumentos en los sectores más pobres, aunque esto signifique que cada vez más trabajadores y jubilados queden muy por debajo del costo de vida real.
Además, como el salario mínimo está tan bajo que ya es peor que durante los años de la convertibilidad, la herramienta que debería asegurar un piso digno de vida hoy no sirve para lo que fue creada.