El 11 de febrero de 2013, el mundo despertó con la noticia de que el Papa Benedicto XVI había renunciado al papado. Esto conmocionó a todos los oyentes de aquella audiencia en el Vaticano e instantáneamente la noticia dio la vuelta al mundo, hasta llegar al departamento de Jorge Bergoglio, de 75 años. Cerca de él vivía el padre Alejandro Russo, quien de inmediato se comunicó con él como hacían cada mañana, sin saber que ese sería el inicio del Papa Francisco.
«Me llaman por teléfono temprano y me dicen el ‘papa abdicó’, lo llamó y me dice vestite y veni. Llego al escritorio y estaba hablando por teléfono, me pareció que en italiano, era porque le estaban confirmando lo de Benedicto», explicó el propio Russo en diálogo con Infobae acerca de ese histórico momento en el que le adelantó: «El Papa es usted«.
«No, Alejandro, no es posible«, contestó Jorge Bergoglio, quien lo decía porque acababa de renuncia a la sede de Buenos Aires y creía que su tiempo ya había pasado, aunque había algo más para él. Horas después un cardenal lo llamó desde Roma y al finalizar la comunicación le dijo: «Rezamos por vos», en una frase que quedó marcada a fuego para todos los cercanos al Papa Francisco.
Luego de escribirle una carta al Papa Benedicto, el padre Jorge Bergoglio comenzó a pensar en irse a Roma para participar del cónclave. Russo le recomendó viajar el 25 de febrero y tras celebrar su último bautismo, el padre le comunicó que se iría a Roma en la fecha que él le recomendó. «Usted se va a acordar de mí cuando digan Bergoglio, 77, y suenen los aplausos, que eran los votos necesarios por el cónclave», recordó.
El llamado a su diariero
Su sobrina lo llevó al aeropuerto, viajó en clase común y nunca regresó a la Argentina, aunque sus bendiciones siempre llegaron a su tierra natal. «Nos vemos a la vuelta«, le dijo el Papa Francisco a sus familiares, sin saber que quedaría en el Viejo Continente por siempre. Sin embargo, antes de abordar ese avión tuvo una última comunicación con Daniel Del Regno, el diariero que todos los días le llevaba el diario La Nación a su puerta para que se informe.
El canillita le consultó si quería suspender los diarios y Jorge Bergoglio le dijo que no porque estaría de vuelta en una semana.» Antes de eso había tenido la gentileza de bautizar a mi hijo, habíamos generado una confianza. Cuando nos enteramos que era Papa fue una alegría. Y traté de llamar a la Curia pero me ganó de mano. Me llamó por teléfono, pero con este caos que tiene la zona no alcancé a escucharlo bien. Creí que era una joda. Y no, era él, despidiéndose y ahora sí suspendiendo los diarios«, recordó.