El regreso de Viviana Canosa a la televisión abierta generó grandes expectativas. Con Viviana en Vivo, emitido por El Trece desde marzo de 2025, la periodista prometía un ciclo combativo y provocador. Sin embargo, los números de rating no estuvieron a la altura de las ambiciones del canal ni del estilo frontal que caracteriza a su conductora.
En su debut, el programa alcanzó un pico de 4.6 puntos de rating, posicionándose segundo en su franja horaria detrás de Cortá por Lozano (Telefe), que lideró con 6.2. Pero el entusiasmo inicial se desvaneció rápidamente: en su segunda emisión, Viviana en Vivo cayó a 3.1 puntos, mientras que el ciclo de Verónica Lozano duplicaba esa cifra con comodidad.
Esta caída encendió alarmas en El Trece. Según trascendidos, la producción habría recibido sugerencias de los directivos para suavizar el enfoque editorial y volcar el contenido hacia el entretenimiento. “Me pidieron que me calle y yo no me voy a callar. A mí no me banca ningún político, me banca la gente”, dijo Canosa en uno de sus últimos editoriales, dejando en claro que no está dispuesta a negociar su estilo.
Más allá de las polémicas que siempre rodean a la figura de Canosa, el problema parece ir más allá de un solo programa. La televisión abierta en Argentina atraviesa una crisis profunda: los formatos tradicionales pierden terreno frente a plataformas digitales, redes sociales y contenidos on-demand. La audiencia fragmentada y multiplataforma representa un desafío que canales como El Trece aún no logran descifrar.
El estilo de Viviana Canosa
Viviana Canosa apostó a un discurso provocador para recuperar la atención del público, pero los números revelan que el interés por la televisión en vivo, sobre todo en franjas vespertinas, ya no es el de antes. “Hoy el rating es una excusa para callarnos. Pero aunque me apaguen la cámara, mi voz va a seguir”, lanzó en otro de sus descargos.
Mientras El Trece evalúa si mantener o reformular el ciclo, Viviana en Vivo se convierte en otro caso que ilustra el difícil presente de la TV tradicional. En un panorama donde las audiencias eligen qué, cómo y cuándo ver, incluso las figuras más mediáticas enfrentan una nueva realidad: la era dorada de la televisión ya no está encendida.
