El presidente Javier Milei volvió a defender su controvertida idea de que los habitantes de las Islas Malvinas podrían «elegir ser argentinos» cuando la Argentina sea un país próspero. Esta vez, redobló la apuesta al vincular su teoría con una decisión empresarial: celebró que Mercado Libre haya trasladado su base de Delaware a Texas por motivos impositivos y usó ese ejemplo para insistir con su concepto de «votar con los pies».
En un posteo en su cuenta de X, Milei compartió una noticia sobre el traslado de la empresa de Marcos Galperín dentro de Estados Unidos y escribió: «Votar con los pies», reafirmando la idea de que las personas —o en este caso, empresas— eligen radicarse en los lugares que ofrecen mejores condiciones económicas. Para el mandatario, lo mismo debería aplicarse a los «malvinenses», que algún día querrán ser argentinos por conveniencia económica.
La frase no es nueva. Ya la había pronunciado el 2 de abril, en el acto por el Día de los Caídos en Malvinas, cuando declaró: «El voto más importante es el que se hace con los pies». Sus palabras desataron una ola de críticas por parte de excombatientes, diplomáticos y especialistas en soberanía, que lo acusaron de convalidar la autodeterminación británica y romper con el reclamo histórico argentino.
Milei vuelve a provocar con la misma idea como política internacional sobre Malvinas
Lejos de retractarse o aclarar sus dichos, Milei vuelve a abrazar la misma idea, ahora comparando a los ciudadanos de un territorio en disputa con una empresa que busca pagar menos impuestos. Para el presidente, no hay diferencia: todo se reduce a un cálculo económico. «Cuando seamos una potencia, los malvinenses van a querer ser argentinos como Galperín quiere irse a Texas», parece ser su razonamiento.
No se puede comparar un reclamo de soberanía con una mudanza impositiva empresarial porque son dos variables totalmente diferentes. La lógica de Milei también choca con el derecho internacional: el principio de autodeterminación no se aplica a Malvinas porque los británicos expulsaron a la población original en 1833 e impidieron su regreso.
Pese a todo, el presidente no se corrige. En su cruzada liberal, sigue creyendo que todo —incluso la soberanía— se compra y se vende. Para Milei, Malvinas no se recupera con diplomacia ni con reclamos históricos, sino con marketing y crecimiento económico.
