Apenas se superaron momentos de incertidumbre, cuando las restricciones cambiarias se dejaron atrás, se nota que el ánimo de la gente se reparte en los comercios y en las calles: en mayo, la confianza de los argentinos dio un salto inesperado en el consumo.
Fuentes del ámbito económico señalan que el indicador, medido en 40 ciudades del país por la Universidad Torcuato Di Tella –con apoyo de Poliarquía Consultores– alcanzó los 45,5 puntos. Un avance del 3,1% en comparación con abril, después de tres meses de números a la baja. En términos interanuales, la variación es del 20,1%, lo que genera un debate en los barrios y en las reuniones familiares sobre el futuro inmediato del consumo.
Detalles por regiones
En Provincia de Buenos Aires, donde la mayoría vive con menor poder adquisitivo, el ambiente se volvió aún más alentador. En el interior se anotó una subida superior al 4%, mientras que en el Gran Buenos Aires se lo vio en torno al 3,3%. Por el contrario, en la Ciudad de Buenos Aires la cifra apenas se movió, a lo sumo un 0,2%, lo que parece reflejar la cautela que impera en los centros urbanos más costosos.

Las diferencias también se hacen evidentes al considerar la calidad de vida: las familias con menos recursos notan un alivio real, mientras que en los estratos más acomodados persiste un escepticismo. La variación en el índice fue de casi 4,4% para quienes menos pueden, pero se contrajo ligeramente en los hogares de mayores ingresos.
Desglose por sectores
Al desmenuzar el informe, destacan los incrementos en las compras de bienes que perduran en el tiempo. El segmento de electrodomésticos, automóviles y viviendas se comportó mejor, con un repunte de casi 4% –números que parecen confirmar que, lejos del miedo a gastar, la gente vislumbra oportunidad en la estabilidad. Aun cuando la percepción general de la economía se mostró más positiva en marzo, mayo dejó la impronta de un cambio. Los datos también marcan que los futuros se ven un 5% mejores, mientras que el corto plazo se mantiene casi estático.

Detrás de esta recuperación se esconde, según analistas, un escenario complejo: la eliminación del cepo ha permitido que el dólar deje de ser un lastre cotidiano, y la inflación, que venía subiendo sin freno, empieza a suavizarse. Además, el denominado “Plan de Reparación Histórica” se anuncia como la estrategia del Gobierno para poner en orden esos ahorros acumulados en la informalidad. El objetivo es simple, al menos en palabras de los funcionarios: encauzar ese capital fuera del sistema, dándole condiciones para que se invierta en activos reales.
Una esperada y al mismo tiempo inesperada recuperación
Aunque todavía estamos lejos de celebrar una economía plenamente sana –los números generales siguen por debajo de lo que se consideraría óptimo–, mayo se pintó como un primer indicio de que la transformación, tras momentos de tensión, ya llegó a las calles. Los primeros indicios sugieren que los argentinos ya no se ven obligados a restringir su consumo; al contrario, se abre la posibilidad de que los meses venideros refuercen esa esperanza, siempre que se mantengan las condiciones de estabilidad.

En definitiva, este repunte en la confianza no solo es un número en un informe, sino el reflejo de un cambio en el ambiente: después de tiempos complicados y restricciones severas, la gente empieza a hablar de renovar su forma de consumir, de arriesgarse un poco más a invertir y, sobre todo, de proyectar un futuro más ordenado.