Luego de los anuncios realizados por el equipo económico para facilitar el uso de los “dólares del colchón”, el tributarista César Litvin analizó los alcances del nuevo esquema fiscal. Aclaró que si bien el Gobierno dispuso una mayor libertad en las operaciones personales y redujo el control sobre los movimientos de dinero de menor volumen, eso no significa que la administración abandone la fiscalización.
Durante una entrevista con Infobae en Vivo, Litvin remarcó que las medidas no implican un “viva la pepa” tributario. Sostuvo que el nuevo sistema elimina exigencias innecesarias para el ciudadano común, pero mantiene la vigilancia sobre grandes contribuyentes. “El fisco antes presumía que cada uno era evasor. Ahora se invierte un poco la carga de la prueba”, explicó.
De la lupa sobre todos al enfoque selectivo
Uno de los cambios clave que destacó fue el aumento del umbral para reportar operaciones bancarias. Antes, transferencias por más de un millón de pesos debían ser informadas a las autoridades fiscales. Ahora, ese límite sube a $50 millones por persona, lo que libera a miles de usuarios del control automatizado. Para Litvin, esta decisión refleja un giro: “Se pasa de una lógica de panoptismo fiscal a una de francotirador”.
El especialista sostuvo que, a partir de ahora, la administración se concentrará en los 11.000 CUITs más relevantes del país, tal como lo indicó el ministro Luis Caputo. Pero advirtió que el relajamiento de controles no incluye a los organismos antilavado: “La UIF no solo no pierde poder, sino que tendrá un rol más focalizado”.
Diferencias entre evasión y delito
Litvin subrayó que las operaciones no justificadas o que provengan de actividades ilícitas seguirán siendo investigadas. “La UIF mantiene todas sus atribuciones. No quedan fuera del radar. Al revés: entran en el radar”, afirmó. Diferenció además entre el dinero informal —producto de evasión impositiva— y el dinero sucio, vinculado al delito: “Este último no tiene ningún tipo de amnistía”.
También anticipó que la segunda fase de reformas, que requerirá la aprobación del Congreso, podría dejar sin efecto ciertas infracciones relacionadas con la compra de dólares en mercados informales, una práctica común en sectores medios durante años de cepo cambiario. Pero aclaró que hasta que no haya leyes aprobadas, no habrá plena seguridad jurídica.
La reinserción del “canuto” y el nuevo vínculo con el Estado
Respecto al impacto en la economía real, Litvin fue cauto. Aseguró que solo cuando el Congreso sancione las leyes complementarias podrá hablarse de un verdadero respaldo legal para los ahorristas que decidan reinsertar sus fondos. “El broche de seguridad jurídica lo dan los proyectos de ley”, afirmó.
No obstante, consideró que el nuevo régimen podría alentar a quienes mantienen dinero no declarado a ingresarlo al sistema. “El flujo posterior debe tributar como corresponde, aunque haya mayor libertad en el uso del dinero”, advirtió. Aseguró que la idea es simplificar sin renunciar al control.
Ganancias, inversiones y nuevas condiciones para el contribuyente
Consultado sobre el nuevo régimen de Ganancias, Litvin explicó que la propuesta es voluntaria y aplica a contribuyentes con perfiles específicos. Aquellos con inversiones importantes en el exterior seguirán alcanzados por los impuestos patrimoniales, salvo que se adhieran a planes especiales que permiten pagar varios períodos de forma anticipada.
También mencionó que hoy ya se puede ingresar dinero desde el exterior si está debidamente declarado, y que el nuevo marco normativo apuntará a reforzar ese camino. Según su análisis, el Estado busca un vínculo distinto con el ciudadano: “Se trata de construir confianza. El contribuyente actúa con más autonomía, pero igual se espera que cumpla”.
Cambiar la cultura fiscal sin caer en el facilismo
Litvin reconoció que estas decisiones podrían generar malestar entre quienes históricamente cumplieron con sus obligaciones fiscales. “El que pagó todos los impuestos se mira al espejo y se insulta”, graficó, y admitió que aún falta un reproche moral más fuerte en la sociedad hacia la evasión.
Sin embargo, insistió en que esto no implica premiar la informalidad. “Esto no significa que hacia adelante hay que dejar de pagar los impuestos”, aclaró. Según el tributarista, ARCA mantendrá su capacidad de control, pero la utilizará con mayor precisión, quitando presión innecesaria a los contribuyentes medios.
En su conclusión, definió al nuevo esquema como parte de un proceso que recién comienza. “Esto es un cambio cultural que va a llevar tiempo. No va a ser mañana”, dijo. Más que una desregulación total, ve en las medidas un intento por establecer una nueva lógica de convivencia entre el fisco y la sociedad, sin persecuciones masivas, pero con foco donde realmente importa.